La política es dinámica

Esta ausencia de partidos sólidos y de sustento ideológico parece ser la norma por estos tiempos

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8 de abr de 2022, 11:35 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 04:57 a. m.

Muchas son las voces que vienen alertando sobre los riesgos del sistema democrático a lo largo y ancho del planeta y parece que, de uno u otro modo, esto terminará teniendo como consecuencia formas diferentes de organización social y política que reconozcan las aspiraciones y necesidades de estos tiempos.

El proceso y los ajustes no se saben cuánto tardarán y, en muchos casos, podrán ser traumáticos. El hecho es que el desgaste del modelo se ve por todas partes. Son muchos los aspectos que se podrían mencionar, pero con solo mirar algunos de ellos el fenómeno es evidente.

Por muchos años era claro que la lucha por el poder se daba entre grupos que tenían posiciones definidas y diferenciadas sobre diversos temas que involucraban asuntos como la propiedad privada, la religión, el manejo de la economía, etc. Y estos grupos giraban alrededor de partidos políticos que les daban soporte no solo ideológico sino de organización.

Las posiciones de los políticos en el Congreso y en su actuar eran bastante coherentes entre similares y, en gran medida, al menos desde mediados del siglo pasado, estaban influenciados por el peso de la Guerra Fría que establecía líneas rojas para unos y otros.

Hoy las cosas han cambiado significativamente. La coherencia ideológica se ha perdido en la mayoría de los casos, las posiciones son individualistas o son el producto de actitudes más de hinchada y fanatismo que productos de una línea de pensamiento racional y coherente.

Quizás uno de los casos más dramáticos y de mayor impacto por el peso que tienen es el de los Estados Unidos. El Partido Republicano que se había caracterizado por su coherencia parece hoy una manada de seguidores de líderes perversos y con tendencias autócratas como Trump, o de planteamientos difíciles de entender en estos tiempos como el de la negación de la ciencia y la entrega a líderes religiosos que no se diferencian en muchas de sus ideas de las que se pueden encontrar en sociedades muy atrasadas. Y los demócratas tampoco se distinguen por su sensatez.

Que el señor Putin encuentre entre sus simpatizantes, unos explícitos otros vergonzantes, a personas como Trump, como Orban en Hungría o Vucik en Serbia, Le Pen en Francia, Salvini en Italia, la ultraderecha alemana o los neofranquistas españoles es algo que no deja de sorprender.

Esta ausencia de partidos sólidos y de sustento ideológico parece ser la norma por estos tiempos. Colombia no es la excepción. Los políticos cambian de partido o de candidato como quien se cambia de camisa y es así como prefieren ir a donde sople el viento sin importar que tan contradictorio pueda eso parecer.

Como ya se están viendo habrá alianzas de todo tipo, y en lo que sí se puede estar seguro es que, como dicen los norteamericanos, “no hay almuerzo gratis”. Cada uno de estos acercamientos los hacen los políticos a cambio de algo. Qué puede resultar de estos sancochos es algo que está por verse. Ojalá, no sean más limitaciones para que Colombia pueda salir adelante en este mundo tan complejo.

Ingeniero industrial, Presidente de Asocaña por casi veinte años, consultor privado y miembro de múltiples juntas directivas en los sectores financiero, industrial, energético, servicios, educativo y de investigación. Escribe para El País hace más de veinte años.

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