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Petro en modo guerra

No se trata de otro síntoma de su autismo, de su incapacidad para registrar la realidad.

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Antonio de Roux
Antonio de Roux | Foto: El País

20 de oct de 2025, 12:42 a. m.

Actualizado el 20 de oct de 2025, 12:42 a. m.

A Petro poco le interesa el destino de Colombia y el bienestar de sus habitantes. Es amigo de los sátrapas bolivarianos, quienes protegen en Venezuela a los delincuentes y guerrilleros empeñados en destruir nuestra institucionalidad. Hablamos de los mismos chafarotes que robaron al pueblo sus derechos políticos y aplican métodos de crueldad extrema contra sus opositores, al punto de que estos se encuentran maniatados, sin posibilidades de generar dinámicas para recuperar la democracia. Por eso no pasa de ser un cruel chiste la carreta de extrema izquierda, según la cual, son los ciudadanos venezolanos inermes quienes deberían derrocar al régimen.

La obsesión ideológica de Petro es tan grande que llegó a la ONU insistiendo en la farsa de que el comunismo libera. Tampoco tuvo problema en aludir con nostalgia a José Stalin, el mayor carnicero de la historia, quien siendo dictador de la Unión Soviética arrebató la vida a más de treinta millones de personas. Según nuestro extraviado líder, Stalin se equivocó por no imponer su sistema ‘humanitario’ sobre el mundo entero.

En el propósito de redimir la humanidad y ser líder de la izquierda universal, Gustavo Francisco no ha parado de buscar la confrontación con los Estados Unidos, nación a la que dedica insultos continuados mientras hace combo con sus enemigos. Esto sin contar el incumplimiento de los acuerdos sobre extradición entre los dos países y la pasividad ante el incremento de los cultivos malditos. Una circunstancia que nos ha convertido en primer productor mundial del alcaloide y principal proveedor de la droga traficada por Venezuela, Ecuador y Centroamérica.

Según parece, el presidente desearía que la confrontación mencionada trascienda las palabras y pase a los hechos. No se trata de otro síntoma de su autismo, de su incapacidad para registrar la realidad. Más bien tendría el propósito de jugarse todo para salvar a los sátrapas bolivarianos, con quienes comparte ideología e intereses. Al respecto, se debe considerar que Petro conoce de guerras irregulares y sabe que Estados Unidos, a pesar de sus inmensos recursos, tendría que pensarlo dos veces si la confrontación implicase un teatro de guerra amplio como el de Colombia y Venezuela.

Pero nuestro gobernante no da puntada sin dedal, y a estas alturas corresponde recordar que hace meses formalizó un convenio que crea la ‘Zona de paz, unión y desarrollo binacional’ con Venezuela. Este convenio, según Maduro, hace posible materializar planes de unión política y la permanente coordinación militar y policial. En resumen, estamos vinculados a un acuerdo castrense y de defensa con una nación a la que Estados Unidos, nuestro aliado histórico, socio comercial y principal potencia militar del planeta, considera enemigo.

Siendo este el panorama ayer, Donald Trump respondió al desafío retirando ayudas y haciendo advertencias. Por su parte, Petro, indiferente al escalamiento que podría acontecer, ya está camino de victimizarse, mover pueblo, aprovecharse electoralmente de la supuesta ‘amenaza imperialista’ que él se ha empeñado en provocar.

Poner los intereses de Venezuela por encima de los de Colombia y llevarnos a un conflicto internacional innecesario constituye traición a la Patria. ¿Será que el Congreso, la Comisión de Acusación y las Altas Cortes lo entienden y actúan antes de que sea tarde?

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