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Sexo y exceso en las aulas

Aunque sus protagonistas sean menores de edad y el ‘pasatiempo’ se esté practicando en varios centros educativos de la ciudad, definitivamente no se trata de un juego de niños.

26 de septiembre de 2018 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Aunque sus protagonistas sean menores de edad y el ‘pasatiempo’ se esté practicando en varios centros educativos de la ciudad, definitivamente no se trata de un juego de niños. ‘¿Quién es quién?’ es el nombre de la peligrosa práctica que consiste en que un líder del salón recolecta en un grupo de WhatsApp las fotos de las partes íntimas de cinco alumnas y cinco alumnos de la clase, para luego elegir una de las imágenes de las chicas y enviársela a los participantes. El hombre del grupo que acierte de quién es la vagina de la foto se hace acreedor al derecho de tener relaciones sexuales con la dueña de la foto, en el mismo salón de clases.

Esta práctica es relatada por una niña de 12 años en el reportaje ‘Los peligros de las prácticas sexuales a temprana edad’, de Meryt Montiel, publicado el pasado domingo en El País. Con el agravante de que una experta en delitos informáticos, a la que le llegó el caso, señala que muchos colegios lo callan para evitar el escándalo y que incluso, muchos rechazan algún aporte en pedagogía externa, que les ayude a tratar estas eventualidades.

Situaciones como estas develan que la sexualidad prematura acarrea problemas tan complejos como el reducir la misma a un juego donde se viola de manera consentida la intimidad, donde se traspasan las barreras del respeto y donde pareciera que sus protagonistas desconocieran los riesgos a los que se exponen; todo ello en un escenario que no debería ocuparse para nada distinto a impartir educación.

El sexo en las aulas no diferencia de estratos, como tampoco sus modalidades, que van desde enviarse fotos o practicar el sexting hasta citarse en rincones escolares o parques públicos para tener sexo a veces hasta con desconocidos. Y esto está ocurriendo en una ciudad donde hay niños que inician su vida sexual a los 11 años y niñas que lo hacen a los 13, cada vez más jóvenes, cada vez menos conscientes.

No se trata de puritanismo, ni de ser pacata, pero queda claro que a los padres de familia y a los educadores nos está quedando grande la educación sexual de nuestros hijos, quienes desde muy temprana edad tienen una sobre exposición de tecnología, sin inducción alguna, aun a sabiendas de que por medio de ella y con engaños se cometen tantos abusos contra la infancia, lo que se refleja en las cuatro denuncias semanales a la Fiscalía, de padres que reportan que sus hijos han sido víctimas de un delito relacionado con una problemática sexual.

Cómo vendrían de bien en vertiginosos tiempos como estos unas cuantas clasecitas de Comportamiento y Salud para nuestra niñez y adolescencia. Cómo nos haría de bien sentarnos a hablar más en familia sobre esos temas, así toque robarle un par de horas a su majestad el celular.

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