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El país del Miss Tanguita

Que el concurso se realiza hace más de 20 años y nadie...

15 de enero de 2015 Por: Paola Andrea Gómez Perafán

Que el concurso se realiza hace más de 20 años y nadie había dicho nada. Que incluso, las funcionarias que lo avalan participaron del mismo en su época. Que algunas mamás de las concursantes de este año piensan que toda niña sueña con ser reina o princesa y que ahí no hubo nada malo. Que es un evento cultural, que hace parte del Festival del Río, patrimonio del pueblo. Que el Icbf, al ver la polémica, pega el grito en el cielo, cuando el concurso contaba con su visto bueno. Que para qué ocuparse de una noticia trivial, e incluso abrir investigación en la Fiscalía, cuando en este país hay tantos problemas qué atender.Harta tela de donde cortar que ha dado el concurso Miss Tanguita, para niñas de 7 a 11 años, en Barbosa, Santander. Pero más allá de la discusión sobre si fue o no autorizado, si lo hacen o no hace mucho tiempo y por eso es legítimo hay una reflexión de fondo qué considerar, pasado el ventarrón y el escándalo: ¿qué tan cómplices somos con este tipo de eventos públicos, en los que niñas exhiben su pequeña figura y asumen actitudes adultas?No está mal que las niñas jueguen a ser reinas o princesas. Pero de ahí a que suban su pequeña figura en tanga a una tarima en un festival, donde adultos consumen licor, hay mucho trecho. O que se inscriban a cuanto reinado de belleza infantil existe, auspiciadas por mamás que en muchos casos reflejan en ellas una frustración de infancia, tampoco.Como bien lo dijo Carolina Piñeros, de la Red Papaz, a esa corta edad están convirtiendo a las niñas en objeto de deseo de los adultos y las ponen en un riesgo enorme. Porque usted puede asegurar que le enseña valores a su pequeña en casa, pero no sabe quién aguarde su descuido y se aproveche de su ingenuidad para hacerlas víctimas de tantas aberraciones y delitos sexuales que acechan a nuestra infancia. Lo ocurrido con Miss Tanguita amerita más que la mediática indignación que ha suscitado en Colombia. Amerita que entidades como el Icbf vigilen mejor los eventos que autorizan, sin conocer los pormenores del mismo. Amerita que las autoridades no sean tan folclóricas y subestimen el riesgo. Amerita que haya más control sobre tanto avivato que se lucra del sueño de las precoces ‘misses’, porque se ven muy lindas en tanguita y la mamá está feliz de exhibir sus bellezas. Amerita que colegios y padres reflexionen sobre los peligros que corren los niños, al exponerlos de manera irresponsable. Miss Tanguita no es, como lo califican en Barbosa, un evento cultural. Pero refleja tanto de nuestra cultura...