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No estarían recogiendo café

Más de cien mil seres, hombres, mujeres, niños asesinados y desaparecidos.

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Aura Lucía Mera
Aura Lucía Mera. | Foto: El País.

23 de sept de 2025, 02:50 a. m.

Actualizado el 23 de sept de 2025, 02:51 a. m.

Ya escribí sobre la fuerza de las mujeres en el Festival de Literatura Internacional en Cali, el Oiga Mire Lea, denunciando la desaparición forzosa y el asesinato de hombres, mujeres y niños en México. Desde 2008, más de 125 mil personas jamás han sido localizadas. No es ficción decir que en ese país cada 45 minutos desaparece alguien. A una amiga mía, pintora, de origen holandés, la desaparecieron hace once años cuando se bajaba de un taxi en el aeropuerto de Ciudad de Juárez para ir al DF. La esperaba una periodista. Nunca la encontraron.

Dolores Reyes, Lydia Cacho y Alma Delia Murillo, cuyo libro ‘Raíz que no desaparece’ acabo de leer, confirman esta salvajada que no tiene nombre. Curiosamente, los árboles son los que muestran las primeras pistas, se enferman, se llenan de hongos, sus raíces quieren hablar y madres y padres desesperados escarban y a veces encuentran huesos, ropa… Lo que no hace el Estado lo denuncia la naturaleza. Ojo, aviso, si en un bosque viejo de pronto empiezan a surgir árboles muy verdes que no concuerdan, los cadáveres sirven de nutrientes también…

Tenemos que aprender a mirar la naturaleza. Siempre tiene algo que comunicar, pero este tema lo dejo para otra ocasión.

Me alejo mentalmente de México y regreso a Colombia. Titulares de medios de comunicación reviven los casos del paramilitarismo con los llamados Falsos Positivos, cuando el Ejército, en contubernio con los paras (asesinos) iniciaron, bajo la presidencia de Álvaro Uribe Vélez, la matazón.

Empezaron con los jóvenes de Soacha. Recuerdo que Clara López Obregón dio la primera alarma: de la noche a la mañana habían desaparecido para jamás volver, tal vez sus cuerpos arrojados a un río, disfrazados de guerrilleros... Uribe Vélez entonces pronunció esa frase lapidaria, fría como su rictus facial: “No estarían recogiendo café”. Frase que permitió que este horror se extendiera por todo el territorio nacional. Más de cien mil seres, hombres, mujeres, niños asesinados y desaparecidos. Fosas comunes, cadáveres flotando en los ríos, ya inflados y descompuestos. Las AUC se podrían llamar las AUV y después del terror, la falsa entrega de sus cabecillas que fueron, convenientemente, extraditados como ‘narcotraficantes’.

Me pregunto si nos hemos preguntado: ¿Nos ha importado el fenómeno de los desaparecidos en este país? Continúan violaciones y desaparición de menores, trata de mujeres, feminicidios, asesinatos de líderes sociales... la sangre sigue corriendo, bañando el territorio. ¿Quién denuncia?

Cada gobierno que llega pone su cuota y sigue tan campante, a excepción del gobierno de Juan Manuel Santos que se la fajó por los Acuerdos de Paz. Que pararon la hemorragia hasta que un Duque esbirro lo volvió a hacer trizas. Entre guitarras y canciones y actualmente con una Paz Total deshilvanada y dispersa como el polvo cósmico, trabada, anticoagulada que fluye y fluye.

La esperanza ya puesta en generaciones futuras, que a lo mejor manejaran todo con inteligencia artificial, aséptica, y, por qué no, más idónea e imparcial.

***

Posdata. Felicitaciones a Victoria Eugenia Perea, directora de este diario. El ejemplar del domingo estupendo, en contenido, análisis e información. Además, de la diagramación. Los suscriptores tendremos unos dominicales de lujo. ¡Chapeau!

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.

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