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Misión en París

Uno de los mayores aciertos de la novela es el punto de vista de Íñigo, el joven narrador que, desde esa memoria adulta, observa a su maestro con una mezcla de admiración y desencanto.

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Rafael Araújo.  Columnista.
Rafael Araújo. Columnista. | Foto: Suministrada a El País.

23 de sept de 2025, 02:54 a. m.

Actualizado el 23 de sept de 2025, 02:55 a. m.

Desde cuando apareció el primer volumen, me convertí en un fervoroso adicto a las aventuras del capitán Alatriste y Tenorio y su fiel biógrafo Íñigo Balboa. Ahora, después de 14 años, aparece el octavo libro de esa fenomenal saga de aventuras.

Se trata de Misión en París, en donde el escritor español Arturo Pérez-Reverte vuelve a desplegar todo el encanto y la melancólica grandeza que han hecho del capitán Alatriste un personaje inolvidable.

La novela sitúa al veterano espadachín en el París turbulento de 1625, un escenario donde las intrigas políticas entre Francia y España se mezclan con la decadencia de la corte y el peligro de los duelistas. El autor aprovecha este marco para ofrecer un relato de acción contenida, más reflexivo que vertiginoso, en el que la espada y la palabra se equilibran con maestría.

Alatriste conserva su código de honor —ese fatalismo orgulloso que lo define— mientras Íñigo Balboa, su joven cronista, madura y observa con ojos cada vez más críticos la corrupción y la brutalidad de su tiempo.

Y ya que hablamos de Íñigo, uno de los mayores aciertos de la novela es el punto de vista de Íñigo, el joven narrador que, desde esa memoria adulta, observa a su maestro con una mezcla de admiración y desencanto. Su voz otorga una perspectiva íntima y a la vez crítica, revelando las contradicciones del héroe: un hombre de honor, pero también consciente de la futilidad de las intrigas cortesanas y de la decadencia del imperio español.

El lenguaje, fiel al estilo de la serie, combina un castellano de sabor clásico con la fluidez narrativa de Pérez-Reverte, logrando que el Siglo de Oro se sienta vivo y cercano.

Sin reinventar la fórmula, Misión en París confirma la vigencia de un héroe crepuscular que, aún rodeado de traiciones y desencantos, sigue encarnando la dignidad de quien ‘peleó por su rey, pero jamás se vendió’.

Es un texto que fascinará a los seguidores de la saga y que, a la vez, puede leerse de forma independiente como una excelente novela de aventuras históricas.

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