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Los zapatos del otro

Quitarse los zapatos propios y ponerse los de otro –un guerrillero reinsertado,...

14 de septiembre de 2014 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Quitarse los zapatos propios y ponerse los de otro –un guerrillero reinsertado, una víctima, un desplazado- fue el gesto elegido por líderes nacionales para el lanzamiento de la campaña “Soy Capaz” con la que 120 de las mayores empresas del país quieren contribuir a promover la reconciliación nacional.“Soy Capaz” es una invitación a todos los colombianos a que demuestren con actos de su vida cotidiana que es posible superar las diferencias, compartir con el rival, tolerar al contradictor, perdonar y reparar, convivir en la diversidad, resolver los conflictos; en una palabra reconciliarnos como sociedad para construir juntos ese país mejor que soñamos para nuestros hijos.El gesto de los zapatos es un símbolo perfecto para representar estas actitudes. Ponerse en los zapatos del otro es aceptar mirar la vida desde la perspectiva de ese otro; es tratar de entender sus razones aunque no las compartamos; es reconocer que mi enemigo, mi adversario, mi competidor también es una persona con su historia y sus anhelos.Tantas historias guardan los zapatos del otro. Las botas del guerrillero tal vez nos cuenten la historia de un muchacho idealista que quiso cambiar el mundo y acabó asesinando a quienes quería ayudar; las alpargatas del campesino perdido en la gran ciudad, nos contarían de una familia que lo perdió todo atrapada en medio del fuego cruzado de ejércitos que dicen defenderlo; los tenis del paramilitar reinsertado, la historia del huérfano que buscó vengarse de los asesinos de su padre y solo generó más huérfanos buscando venganza.Solo cuando se busca entender y reconocer la historia del otro se puede construir esa actitud que es la premisa básica para la convivencia pacífica: el respeto por el otro. La expresión popular que mejor la sintetiza es el conocido aforismo “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti” que hace parte de los principios esenciales de todas las religiones del mundo, y que practicado por todos sería la mejor garantía de una sociedad justa y en paz.Para construir la paz es necesario educar para la tolerancia. Esta labor pedagógica debe iniciarse desde el seno mismo de la familia, donde cada uno de nosotros experimenta por primera vez la importancia del respeto por el otro y la necesidad de la aceptación de las diferencias como elemento esencial de la convivencia en la vida cotidiana; casi que se puede afirmar que quien no lo aprendió allí, difícilmente podrá llegar a comprender su importancia.Pero la pedagogía de la tolerancia debe continuarse a lo largo de todo el ciclo vital de las personas, en las instituciones educativas y en las mismas empresas. Por eso es tan oportuna la decisión de esas 120 empresas de participar en “Soy Capaz” no solo con el patrocinio económico sino con la capacitación de sus empleados como facilitadores de la convivencia y la tolerancia.Ante la disyuntiva de terminar el conflicto firmando la paz en la Habana o continuar por muchos años el baño de sangre, vale la pena recordar el sueño de convivencia de nuestro gran poeta latinoamericano, Pablo Neruda, ante la división y crisis que vivía su patria chilena pocos meses antes de su muerte y del golpe militar cuyo aniversario acabamos de conmemorar:“Yo no quiero la patria dividida/ ni por siete cuchillos desangrada/ Quiero la luz de Chile enarbolada/ en esta nueva historia y geografía/ ¡Cabemos todos en la tierra mía!”En nuestra Colombia cabemos todos si aprendemos a ponernos en los zapatos del otro.

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