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Izquierda suicida

Después años en el poder, la izquierda latinoamericana está en retroceso. Así...

13 de diciembre de 2015 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Después años en el poder, la izquierda latinoamericana está en retroceso. Así lo demuestran las derrotas electorales sufridas por gobiernos que se dicen ser de izquierda en Venezuela y Argentina, el gran desprestigio de gobierno brasileño y las dificultades de los de Chile y Ecuador. Solo mantienen altos niveles de aceptación los de Uruguay y Bolivia.A principios de este siglo ganaron la elecciones en esos países gobiernos progresistas porque en América Latina la década de la apertura y las reformas neoliberales solo dejó más pobreza, desempleo y desigualdad, y porque frente al desempleo, el hambre y el deterioro de los servicios sociales era necesario construir nuevos modelos económicos. Hoy salen derrotados.Hay dos lecturas opuestas de esta tendencia. Para la izquierda tradicional se trata de una tenebrosa conspiración del imperialismo y la godarria mundial para acabar con las conquistas sociales de los gobiernos progresistas, desmantelar el Estado intervencionista y volver a la hegemonía de la globalización neoliberal.En el otro extremo, para la derecha recalcitrante es la derrota de los últimos estertores del modelo socialista, que confirma el fracaso de ese modelo y la hegemonía indiscutible del capitalismo, que ya se había notificado con el colapso de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. Es el triunfo de la libertad frente a los totalitarismos.Aunque ambas interpretaciones tengan algunos elementos de verdad, las dos son simplistas y por lo tanto desacertadas, pues dejan de lado por lo menos dos elementos esenciales para comprender este retorno del péndulo hacia la derecha: la economía y la corrupción.“Es la economía, estúpido”, es la famosa frase que inspiró la campaña con la que Clinton derrotó al presidente Bush (padre) en 1992. A pesar de los altos niveles de popularidad que tenía ese presidente por sus victorias frente a Rusia y en la primera guerra de Irak, la gente votó en su contra por la recesión económica y las equivocadas políticas económicas.Las victorias de la oposición en Venezuela y Argentina se explican en buena parte por el desastroso manejo de la economía, sobre todo frente al final de las bonanzas externas: Inflación galopante y escasez de productos básicos, enormes e incontrolados déficits fiscales, tasas de cambio oficiales manipuladas y muy inferiores a las del mercado paralelo, son solo algunas de los resultados de los errores y horrores de la política económica, que afectan el bolsillo de los ciudadanos y son decisivos a la hora de votar.El otro elemento que explica la reacción de los votantes es la corrupción, esa rapiña por apropiarse de los recursos públicos para el enriquecimiento personal. Chávez y Kirchner fueron elegidos como reacción a la enorme corrupción de los gobiernos anteriores, pero sus sucesores cayeron en la misma tentación: cambiaron los nombres de los que robaban, pero el pueblo siguió viendo que la riqueza de sus países volvía a parar a los bolsillos de unos cuantos.Las dificultades de Dilma en Brasil y la Bachelet en Chile también se originan en los escándalos de corrupción que se han denunciado en esos países, donde se ha demostrado que la corrupción no tiene color político pues los cómplices los políticos involucrados son prestigiosos empresarios privados que hoy están en la cárcel.La izquierda latinoamericana llegó al poder pero se suicidó por su incapacidad para manejar la economía, y sobre todo por haber traicionado sus principios permitiendo o estimulando la corrupción. Pero mientras subsistan las injusticias y las necesidades de los pueblos tienen la posibilidad de volver al poder si aprenden de sus errores.

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