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Maternidad subrogada

El cuerpo de la mujer no le “pertenece” a la sociedad para disponer (desde la mirada machista) de este como se le antoje.

16 de enero de 2024 Por: Gloria H.

¿Qué hace un hombre y, más aún, un sacerdote, disponiendo del cuerpo de una mujer? ¿Qué ‘pitos toca’ un religioso que ha prometido no convivir con mujer alguna, no tiene experiencia en los asuntos con mujeres, que ha jurado no tocar sus cuerpos, que evita relacionarse íntimamente con ellas, qué hace, pregunto, dando cátedra sobre lo que debe hacer una mujer con su propio cuerpo?

Es una especie de ‘atrevimiento’, una irrupción sobre un tema que no se domina, (imposible) pero creer que cómo se es hombre, líder de una institución religiosa, tiene la potestad de dar instrucciones sobre cómo debe una mujer relacionarse con su cuerpo y con la maternidad. Es la prepotencia del poder patriarcal: no permiten que las mujeres ingresen a las jerarquías de su organización, su palabra no es tenida en cuenta, pero sí vamos a determinar lo bueno y lo malo de su actuar. Incoherencia mayor difícil de encontrar. Las organizaciones masculinas (y pocas tan excluyentes como la Iglesia Católica) no pueden seguir abrogándose determinaciones que solo competen al mundo de la mujer.

El cuerpo de la mujer no le “pertenece” a la sociedad para disponer (desde la mirada machista) de este como se le antoje. O le convenga. ¡El cuerpo de la mujer es de ella! Sorprenden los ‘tratados’ que intenta hacer el mundo masculino, sobre aborto, menstruación, embarazo, lactancia, maternidad, temas absolutamente de mujer, que ella, en unión con sus congéneres, debe decidir. Para muchos, desde esa mirada despectiva y desvalorizante de lo femenino, todo aquello que vivencia su cuerpo es catalogado como ‘enfermedad’, problema, exageración, ‘histeria’, necedad. Entonces, pensemos por ellas, “salvémoslas” de su ignorancia, mostrémosles el camino, marquémosles la ruta…

La maternidad subrogada es una decisión de mujeres, con ayuda de la ciencia. Una mujer, otra mujer, varias mujeres, asumen un compromiso de responsabilidad, colaboración, donde unas a otras se apoyan en el logro de sus expectativas. Que hay que pagar, sí, que hay que saber escoger, sí, que quiero cumplir el anhelo de ser madre, también. Pero el mundo femenino lo debe enfrentar y resolver.

Los hijos e hijas, en términos corrientes, son hijos de papá y mamá, hombre y mujer. El mundo está repleto de casos en que ambos responsablemente asumen su compromiso. Pero también es cierto que el número de madres cabeza de familia aumenta en proporciones desbordadas: para esta sociedad patriarcal, los hijos terminan siendo “asunto de mujeres”. Abandona más fácil un hombre que una mujer. No significa que no existan papas extraordinarios y mamas tenebrosas.

Pero esto no elimina el derecho de las mujeres a decidir lo concerniente con su cuerpo, su función biológica, su ámbito psicológico y su desempeño social… El cuerpo de mujer le pertenece a ella. ¿Imagina una organización femenina dando cátedra sobre la circuncisión? Entonces, el respeto por el mundo y las experiencias de cada quien, son parte fundamental de la convivencia. Si no manejo el tema, ¿por qué intento dar lecciones sobre él? ¿Qué autoridad ética y científica me respalda para hacerlo? Pareciera que la mujer no ‘califica’ para ser interlocutora del hombre en la jerarquía católica, pero ello no impide que me abrogue el poder de decirle cómo debe actuar. Más incoherente, imposible.

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