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Santos, sea serio

Los Acuerdos son para cumplirlos. Los menores y los principales. Mucho más cuando son compromisos de Estado como los adquiridos por los colombianos al firmarlos en su nombre el presidente Juan Manuel Santos con los representantes de la guerrilla de las Farc.

29 de septiembre de 2017 Por: María Elvira Bonilla

Los Acuerdos son para cumplirlos. Los menores y los principales. Mucho más cuando son compromisos de Estado como los adquiridos por los colombianos al firmarlos en su nombre el presidente Juan Manuel Santos con los representantes de la guerrilla de las Farc. Después de cuatro años de minucias y detalles, de pulir hasta la última coma que desembocó en un enorme texto de casi 297 páginas, pareciera que el gobierno nunca pensó en el día después. El día después de la foto, del respaldo de jefes de Estado, del despliegue periodístico, del premio Nobel.

Nunca se le informó y mucho menos se discutió con los ciudadanos el sentido de la negociación, sus implicaciones en términos de compromisos; había un subentendido que el país y sobre todo el gobierno estaban en condiciones institucionales y presupuestales para cumplir lo acordado, para honrar la palabra empeñada con la firma. Pero la realidad era otra: a un año de su firma lo único que se tiene son incumplimientos en todos los puntos. Y eso no es serio Presidente.

Juan Manuel Santos sigue embelesado con los honores internacionales que ha recibido por cuenta de la firma de la paz con las Farc: el Premio Nobel, los honoris causa, los homenajes. Claramente para el Presidente prima el oropel sobre la sustancia con lo cual se reafirma su ausencia de liderazgo, que no consiguió convocar y movilizar a la opinión pública para respaldar el Acuerdo de paz, y ahora no logra coordinar a los funcionarios y las instituciones, para que se comprometan a fondo y prioritariamente con lo acordado para que no termine en letra muerta.

Donde más se requiere un liderazgo presidencial comprometido es en el trámite legislativo de las normas acordadas y necesarias, que como el caso de la Justicia Especial para la Paz tiene la polarización al rojo vivo sin que nadie del gobierno, ni de los negociadores dé la cara para defender lo firmado. El primero en partir para un dulce exilio diplomático fue el Alto Comisionado de Paz Sergio Jaramillo; el otro responsable, Humberto de la Calle como jefe de la delegación, está a la búsqueda de una candidatura presidencial, un ejercicio de equilibrio político en el que manda el cálculo y no el compromiso con certezas y convicciones que pueden resultar inconvenientes en el camino de las alianzas y los votos.

El resultado de la implementación como va, es pues catastrófico, tal como lo describe el propio ‘Timoleón Jiménez’, cabeza del recién constituido Partido Farc en su alarmante carta pública: “Que se cumpla lo prometido y firmado, Presidente”, que permanece sin respuesta. Prende las alarmas de cara a la comunidad internacional, a los países garantes, la ONU, el Vaticano, cuando describe uno a uno los incumplimientos acumulados, que rayan en la irresponsabilidad puesto que amenazan el desmoronamiento de lo alcanzado y se convertiría en la causa de un proceso incontenible de descomposición y de violencia, que sería aún más complicada de enfrentar que la vivida en los duros años de conflicto.

La consistencia de un acuerdo firmado, y más cuando se trata de un jefe de Estado, no se mide con discursos, declaraciones y fotos, sino con hechos y firmeza. La desidia e indolencia gubernamental no puede comprometer al país entero. Sí, Santos sea serio y cumpla lo pactado.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla