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Antisemitismo redoblado

En el Siglo XXI la mayor expresión de antisemitismo, sin que las anteriores hayan desaparecido, es el odio nacional, el odio el Estado Judío, a Israel.

29 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Múnich. El número de incidentes antisemitas en el mundo incluyendo actos de violencia contra instituciones y personas judías se ha incrementado significativamente en los últimos años. Es tal la gravedad del problema, especialmente en Europa, que se congregaron en esta ciudad los enviados especiales de lucha contra el antisemitismo de la Unión Europea, una docena de países del Viejo Continente y de Estados Unidos. El sólo hecho que se hayan designado estos ‘enviados especiales’ resalta la preocupación por este milenario flagelo que se niega a desparecer.

Hace poco menos de 100 años en una taberna en esta ciudad, un sargento del ejército alemán, Adolfo Hitler promovía un golpe de Estado en Bavaria -‘putch’- por el cual fue sentenciado a prisión por traición, tiempo que aprovechó para escribir desde la celda su conocida obra ‘Mi Lucha’. Pittsburg, San Diego, París, Bruselas, Copenhague, Tolosa y recientemente Halle, Alemania, han sido escenario de ataques antisemitas que han dejado víctimas mortales.

Históricamente, el antisemitismo, uno de los odios más antiguos del mundo, se exacerba en periodos de ansiedad económica, política y social.
Un odio cuyo origen es de naturaleza religiosa, por mantenerse los judíos fieles a su Dios y negarse a aceptar nuevos dioses, mesías o profetas, agravado por la acusación de deicidio con la cual cargó el pueblo judío hasta el Concilio Vaticano II. A esta Hidra le crece una segunda cabeza, odio étnico, sin ser los judíos una raza, cuando ideologías que promueven la superioridad racial excluyen a los judíos de su seno. La tercera cabeza de la Hidra, el odio a la nación judía aparece cuando el pueblo judío logra tras años de lucha la creación de su Estado en su tierra ancestral.

A los judíos se les ha atacado por ‘usureros’ en momentos del medioevo en que nadie más por impedimentos religiosos podía prestar dinero, por comunistas por la desproporcionada participación judía en los movimientos progresistas y por ‘destructores de la moral’, por el activismo sobresaliente en el movimiento feminista y Lgbt.

En el Siglo XXI la mayor expresión de antisemitismo, sin que las anteriores hayan desaparecido, es el odio nacional, el odio el Estado Judío, a Israel. Aunque existía antes, fue en Durbán 2001 en la Conferencia de Naciones Unidas contra el Racismo que este nuevo antisemitismo irrumpió con fuerza en la escena global. Negar el derecho del pueblo judío a su autodeterminación nacional y negar el derecho de Israel a existir como Estado-Nación del pueblo judío es el antisemitismo del Siglo XXI. El uso de la palabra ‘antisionismo’, simplemente busca investirle un término ‘políticamente correcto’. Si se dibuja un ‘diagrama de Venn’ en que los círculos representan a la extrema derecha, la extrema izquierda y el islam radical, el punto de intersección de las tres es el odio a Israel y a lo judío.

El movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) que propende por la aniquilación del Estado Judío, amenaza a actores, cantantes, deportistas y académicos que planean visitar Israel, promueve el boicot a productos israelíes así salven vidas, es una de las expresiones más virulentas del antisemitismo de hoy, tal como lo han declarado los parlamentos de Alemania y República Checa. Acusar a Israel de ser como los nazis, relativizar el terrorismo palestino, negar el Holocausto, acusar a los judíos de la diáspora por actos del gobierno de Israel, son expresiones recurrentes del antisemitismo moderno.

Decía Sartre en una frase lapidaria: “Si el judío no existiera el antisemitismo lo inventaría”. El virus muta, pero es el mismo virus, y no afecta sólo a los judíos.

Sigue en Twitter @marcospeckel