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Pauperización del trabajo

En las discusiones que se generan alrededor del capital y el trabajo, la formalización y la informalidad, entre la contratación directa de los trabajadores y la tercerización, se evidencian tensiones que dejan al descubierto las fuentes mismas de las posiciones: las ideologías.

18 de junio de 2017 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

En las discusiones que se generan alrededor del capital y el trabajo, la formalización y la informalidad, entre la contratación directa de los trabajadores y la tercerización, se evidencian tensiones que dejan al descubierto las fuentes mismas de las posiciones: las ideologías. En muchos casos, estas tensiones son exacerbadas por los cambios profundos que se dan en las economías con las innovaciones, y sencillamente más que pensadas, están allí, irrumpen y con ¡fuerza! Ponen en jaque cualquier concepción antropológica que tenga pretensión de abrirse campo. Varias noticias muestran la encrucijada en que nos encontramos. La nueva ministra de Trabajo, Griselda Restrepo, insiste en el trabajo decente haciéndole eco a la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “La OIT indica que el trabajo debe dignificar y permitir el desarrollo de capacidades. No es decente el trabajo que está por fuera de los principios y derechos laborales fundamentales. Tampoco, el que tiene ingresos por debajo del mínimo vital, aquel en el cual se discrimina por género o cualquier otra razón, o el que no tiene las garantías de protección social”. Y felicita a Colombina por los esfuerzos en formalización, bien vale la pena oír a César Caicedo al respecto. Por su parte, el padre jesuita Francisco de Roux clama, haciéndole eco a un informe de la Ocde y a la Doctrina Social de la Iglesia, por un aumento serio en el salario mínimo. “La enseñanza social de la Iglesia pide un salario decente que cubra las necesidades de toda la familia y permita ahorrar para el futuro. Nuestro salario mínimo está lejos de esto. (…) un salario mínimo justo para el trabajo formal de base no es inflacionario, eleva la productividad global, la demanda agregada, el crecimiento sostenible y el ahorro”. A su vez, otros, como Noah Harari, insisten en el Ingreso Básico Universal ante la inminencia de grupos significativos de desempleados por el desarrollo de las aplicaciones con Inteligencia Artificial. “Por supuesto, en el siglo XXI se desarrollarán nuevos trabajos humanos, ya sea en la ingeniería informática o en la enseñanza de yoga. Estos exigirán, sin embargo, altos niveles de conocimiento experto y de creatividad por lo cual no se resolverán los problemas de los trabajadores desempleados no calificados”. Finalmente, vivimos un proceso de pauperización, Luis Doncel hace un análisis del caso de domicilios en España. “(…) las nuevas empresas digitales sirven para restar derechos laborales. (…) las empresas competirán por captar el talento de los trabajadores más cualificados; mientras que un importante grupo de trabajadores sin las habilidades necesarias para adaptarse a los nuevos tiempos se quedará atrás, con condiciones cada vez más precarias”. Las tensiones las debemos resolver hacia adelante, buscando un bienestar para todos y evitando que cada vez se generen más brechas entre los “ganadores de la historia” y los “perdedores”. La única vía para asegurar la cohesión social es la educación y su calidad (¡no es cualquier educación!). De otra parte, en el corto plazo se puede caer en la tentación de los “beneficios” de la pauperización de grandes sectores de la sociedad, pero ello es insostenible con el largo plazo, en efecto, burlándose de la dignidad humana es imposible. El atajo de la pauperización no lleva a ningún buen lugar. *Rector Universidad Javeriana Cali. Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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