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Ecos de un informe

. El análisis que plantea la comisión es interesante porque es muy pluricausal, y da cuenta de la complejidad de nuestra realidad.

11 de julio de 2021 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El tono de la discusión política en Colombia, la persistencia de lógicas propias del conflicto armado y el accionar de estructuras criminales, están presentes en paralelo con la movilización social que está asociada a crisis socio-económicas y a las inequidades estructurales del país, según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitido luego de su reciente visita al país.

Esta combinación de factores es lo que nos ha llevado a niveles muy serios de desorden público, atizado por errores de la fuerza pública. El análisis que plantea la comisión es interesante porque es muy pluricausal, y da cuenta de la complejidad de nuestra realidad. Sin embargo, cuando uno pasa a leer el capítulo final del informe, donde están las sugerencias y recomendaciones, se evidencia una asimetría muy grande, pues focaliza exclusivamente al Estado. Esta es una visión errada, pues se debe pensar en que solo la confluencia de todos los actores permitirá construir un país respetuoso de la vida e integridad de las personas, así como de los bienes públicos y privados.

De una parte, el tono de la discusión política en Colombia con los excesos e intransigencias que terminan en una polarización gravísima, que lo único que hace es avivar el odio y la misma violencia, está generando un contexto muy difícil para la solución dialogada y consensuada de los problemas. “El fenómeno está presente en diferentes sectores sociales y se manifiesta en discursos estigmatizantes que a su vez propician un acelerado deterioro del debate púbico”. Así, tanto la derecha como la izquierda están generando mucho ruido y enrareciendo la posibilidad del diálogo civilizado. Todos los que están sembrando discordia, con mentiras y verdades a medias, están intoxicando al país, y con ello cegando las posibilidades del diálogo.

En un segundo lugar, como decantador de círculos viciosos, está la criminalidad que de manera oportunista aprovecha la movilización social para hacer de las suyas. “… grupos al margen de la ley, incluidas bandas dedicadas al narcotráfico, puedan aprovechar la coyuntura actual para promover o realizar actividades delictivas”. En algunas ciudades esto se ha visto de manera clara en sectores urbanos donde la criminalidad creció como espuma durante los días de paro.

Finalmente, en tercer lugar, están las lógicas perversas que hemos heredado del conflicto armado y que siguen convirtiéndose en gasolina para el incendio. “…observa con preocupación la persistencia de lógicas del conflicto armado en la interpretación y respuesta a la actual movilización social. Al respecto reitera que los desacuerdos se dan entre personas que hay que proteger y no frente a los enemigos que hay que combatir”. Teorías como la del enemigo interno, pueden hacernos disparar una violencia frente a los contrarios, frente a los incómodos, frente a los distintos.

Creemos que es fundamental para construir país en medio de la diferencia y de las tensiones, mantener la vía del diálogo como la posibilidad que nos brinda la palabra y la colaboración para construir consensos. Y esto la sociedad civil y el Estado deben protegerlo, como condición de posibilidad de una convivencia. Como sociedad, no podemos dejar que los criminales, ni los enfermizos políticos, ni las lógicas de guerra vuelvan a controlar nuestra vida en común.

* Rector Universidad Javeriana Cali
Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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