Las lechonas made in Japón

Desde Bogotá, donde se montan los robos o saqueos multimillonarios a los paga-impuestos de Colombia, pregunto: ¿Qué suerte le espera al aeropuerto de Cali ahora que planean nueva dirección y estrategias? Ojo a los nuevos mandantes, pueden volverlo ‘chicuca’.

A carajos: cumplí 38 años escribiendo en El Tiempo y pronto cumplo 33 años en El País, donde llegué invitado por Rodrigo Lloreda Caicedo. Y cumplí 32 años en Caracol Televisión. Hace muchísimos años firmé contrato como Representante de Ventas de Carvajal & Cia, de allí me despidieron porque quería volverla Carvajal & Rentería. Allí fui su vendedor estrella, gané jugosos honorarios para un auto Simca, un apartamento de 108 metros y conocer Madrid y Barcelona. Por pilo y por inteligente, mi inolvidable camarada, José Pardo Llada, me convirtió en Parlamentario. Como pasé de los 71 años, llueven los recuerdos.

El Tuluá donde fui bautizado llevo 33 años sin visitarlo porque los amigos juveniles viajaron al cielo-vía el florido cementerio, sorry, sorry si se murió Picasso, el resto “somos leves briznas al viento y al azar”.

Un bus con dinamita le lanzó a la base área en Cali. Denuncia la revista Semana, que a la FAC y al Min Defensa les podrían estar raponeando 24.000 millones en un contrato medio oscuro, para reparar 25 helicópteros. No incluyeron el de Francia Márquez. Oye Francia, ¿ya terminaste tu tercer viaje al África, que nos costó miles de dólares?

Desde Madrid, España, me cuenta mi amiga Manuela Villamil Flórez, brillante ingeniera industrial, futura viceministra de petróleos, que Begoña Gomez-Gomez, esposa del presidente de Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, está en gravísimo problemón judicial.

Debe copia de todo los correos oficiales y económicos de cuatro años atrás. La esposa de un presidente no debe tener amante y si llega tenerlo que sea supersecreto, y si hace tráfico de influencias cobrando billetones, que se cuide, fijo que la pillan.

Ayer regresó el presidente Petro de Osaka, Japón, donde fuimos una potencia de vida y una potencia lechonera porque, según fuente del Gobierno, vendimos 200 millones de platos de lechonas. Buenas buenas, ahora si somos un país multimillonario, chau al subdesarrollo y no nos cobrarán impuestos. Lo de Osaka, Japón, nos costó miles de millones por derrochones y colorín colorao.