Columnista
La Preysler y la ética entre amantes
¿Cuál es el límite para contar intimidades que afecten a aquellas personas que hicieron parte importante de nuestras vidas?
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2 de nov de 2025, 12:23 a. m.
Actualizado el 2 de nov de 2025, 12:23 a. m.
El pasado 22 de octubre, en el elegante hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid, la socialité Isabel Preysler lanzó su autobiografía ‘Mi verdadera historia’, publicada por la editorial Espasa. La obra recorre las aventuras y desventuras de la presentadora hispanofilipina en sus relaciones con el cantante Julio Iglesias (1971-1979), con el Marqués de Griñón Carlos Falcó (1980-1985), con el entonces ministro de hacienda de España Miguel Boyer (1987-2014) y finalmente con el escritor peruano Mario Vargas Llosa (2015-2022). Una baraja muy interesante: un cantante famoso, un aristócrata, un ministro socialista y un premio Nobel.
Muchas ronchas se han generado en la opinión pública frente al destape de la Preysler, entre ellos la confesión que su romance con Boyer inició estando casada con Falcó y lo complejo que era manejar ese ‘affaire’ ante la bondad del Marqués. Cuando se refiere a Vargas Llosa, recientemente fallecido, se deduce que fue una relación muy compleja, Isabel se pone a la defensiva y divulga varias cartas entre los dos. En la última, donde ella ‘lo despacha’, le dice que todo es superable, la diversidad de orígenes sociales y de culturas, más no la mala educación. “Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado (…) te reproché entonces tu egoísmo y tu mala educación, a pesar de que debido a tu soberbia, ni siquiera me pediste perdón”, dice la misiva.
La pregunta inevitable en estas autobiografías es: ¿cuál es el límite para contar intimidades que afecten a aquellas personas que hicieron parte importante de nuestras vidas? No creo que sea suficiente excusa la muerte de la pareja para sacar los trapos al sol. ¿Era necesario, para impulsar la venta del libro, describir la cornamenta que le puso al buenazo Marqués de Griñón? Hay hijos y nietos de ambos que leerán la historia y se formarán su criterio. Todo cabe, el amor, la borrasca emocional, las carencias en frías relaciones de gente buena, pero sin iniciativa ni encanto; todo es respetable, lo que me incomoda es la divulgación de hechos íntimos, a menos que previamente hubiera sido consentida por ambos.
En las relaciones clandestinas hay tanto riesgo, tanta pasión, tanto miedo compartido, que la traición se paga muy duro. No olvidemos que cuando la homosexualidad no tenía la apertura social de hoy, las traiciones y la desconfianza generaron crímenes horrendos a tal punto que, desde el levantamiento del cuerpo de la víctima, los investigadores decían “Sospechamos una motivación pasional en el homicidio”. Todas las relaciones clandestinas conllevan secretos, confesiones, promesas, lujurias descubiertas en pareja, pánico al destape social. Se arman pactos de silencio que, en mi parecer, deben ir hasta la tumba. Se dirá que la vida no está conformada por seres perfectos; es cierto, pero que de los detalles hablen los biógrafos, más no la pareja y menos si esta hace parte del mundo de las tinieblas.
En el caso de Vargas Llosa, la familia del Nobel está ofendida. La ‘pordebajeada’ en Madrid es una afrenta a quien, para ellos, está en el pedestal, no solo de la literatura americana sino en la academia francesa. La imagen que teníamos del elegante escritor peruano dista de la que la Preysler nos trae.
En Colombia, una de las obras más bellas inspiradas en la infidelidad, es ‘El Hada Melusina’, colección de cartas enviadas por el escritor caldense Silvio Villegas a su amante casada, disfrazado todo en personajes y sitios de la literatura de Goethe. Son tan bellas que, al ser descubiertas ya fallecido el autor, su hija se las consultó a Belisario Betancur, amigo del ‘Leopardo’, quien motivó su publicación. El nombre de la señora manizaleña jamás se dio a conocer. Así debe ser.
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