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La agonía del gobierno de Petro
Los congresistas tienen la gran responsabilidad de discutir en profundidad cada uno de los proyectos y tomar las decisiones que les corresponden en derecho.
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3 de ago de 2025, 01:23 a. m.
Actualizado el 3 de ago de 2025, 01:23 a. m.
Nunca un presidente de la República había atacado tanto el sistema de pesos y contrapesos como lo hecho Petro. A lo largo de los últimos tres años, el gobierno de Petro ha incrementado sus posturas contrarias a la Constitución y al debido respeto a las instituciones democráticas. Este gobierno ha desconocido los fallos de la Corte Constitucional y del Consejo de Estado. Ante todo esto, corresponde a los colombianos apoyar y rodear a las altas Cortes.
El ejercicio responsable de la función legislativa, que implica la posibilidad de negar proyectos, debe ser respetado plenamente por el Ejecutivo. El trámite de numerosos proyectos de ley presentados por el Ejecutivo evidencia que las polémicas versiones de bloqueo institucional para supuestamente afectar al Gobierno no eran ciertas. El reto es evitar los riesgos de pupitrazos asociados a la congestión. Los congresistas tienen la gran responsabilidad de discutir en profundidad cada uno de los proyectos y tomar las decisiones que les corresponden en derecho.
En los sistemas democráticos tanto el presidente como los congresistas son elegidos popularmente y ambos son representantes legítimos del pueblo, así tengan posiciones políticas distintas. Petro tiene que respetar las decisiones de los senadores y representantes porque ellos han sido elegidos popularmente y por consiguiente también representan al pueblo. Por eso es inaceptable el irrespeto al que ha llegado Petro con los congresistas.
Las expresiones respetuosas, pero firmes del expresidente del Senado, Efraín Cepeda, en defensa de la independencia de poderes han posicionado al Congreso como una rama autónoma en la democracia colombiana. Las decisiones de una Corporación como el Senado hay que respetarlas, nos gusten o no.
El más importante resultado de estos tres años del gobierno de Petro, sin duda habría que decir que ha sido el redescubrimiento que han hecho los colombianos de la democracia y de la política. Con Petro también hemos entendido la importancia de tener buenos jueces que actúen conforme a lo que está establecido en la Constitución y las leyes. No hay democracia en un país solamente porque haya elecciones. Hay democracia porque hay instituciones que defienden a los ciudadanos.
Asistimos a la agonía del gobierno del cambio, con un Petro frustrado porque no pudo hacer la revolución. Pero en su último año, el Ejecutivo podrá causar mucho más daño del ocasionado hasta ahora. El tono amenazante de sus discursos alcanza a asustar a muchos colombianos. Pero basta ya de tenerle miedo a Petro, a quien hay que enfrentarlo y derrotarlo con los mecanismos que la Constitución y la ley ofrecen para ello.
Ahora lo más importante para Petro no son tanto las reformas sociales como las elecciones de 2026 al Congreso y a la Presidencia. Las reiteradas convocatorias al pueblo y el proyecto de ley denominado marco jurídico para la paz total, son para asegurar su futuro político y el del Pacto Histórico.
La disputa ahora se centra en la fabricación de la culpa. La verdad es lo de menos. La clave es construir una narrativa que atribuya a la oposición la responsabilidad de la inconformidad de los colombianos con la situación actual de incertidumbre y de desmejoramiento de su calidad de vida.
Para Petro, que las cosas salgan mal es la demostración de la responsabilidad del establecimiento, que no deja hacer las reformas necesarias, que no renuncia a la codicia con los recursos públicos y que concentra la riqueza de Colombia.

Columnista El País
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