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Fabricantes de crisis

A los presidentes norteamericanos en épocas recientes les ha tocado enfrentar graves problemas y tratar de solucionarlos. Pero George W. Bush y Donald Trump se han caracterizado por ser auténticos fabricantes de crisis.

20 de mayo de 2018 Por: José Félix Escobar

A los presidentes norteamericanos en épocas recientes les ha tocado enfrentar graves problemas y tratar de solucionarlos. Pero George W. Bush y Donald Trump se han caracterizado por ser auténticos fabricantes de crisis. Es cierto que a Bush hijo le tocó afrontar el terrible ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. Pero una vez detectado que la causa del problema se encontraba en los talibanes y demás extremistas de Afganistán, el presidente Bush entendió que la respuesta militar tenía que extenderse a Irak. La intervención norteamericana en este país ha logrado pocos resultados en tantos años.

Y el presidente Donald Trump resolvió voltear patas arriba el orden internacional, político y económico, que recibió de su antecesor Barack Obama. La gran excusa de Trump para actuar de esta manera consiste en manifestar que está cumpliendo sus promesas de campaña electoral. Lo ocurrido en las últimas semanas refleja un progresivo resquebrajamiento de las tradicionales alianzas de los Estados Unidos con las potencias occidentales.

Hace unas semanas Trump recibió en la casa blanca al presidente de Francia Emmanuel Macron y a la primera ministra de Alemania Angela Merkel. La misión de estos dos líderes europeos consistía en tratar de frenar la decisión de Trump de sacar a Estados Unidos del Acuerdo de Prohibición de Armas Nucleares suscrito con Irán. La misión fracasó porque de todos modos Trump anunció el 9 de mayo que los Estados Unidos se retiraban del pacto.

La noticia cayó muy mal en los medios europeos. No solo por el trato marcadamente diferencial que Trump dio a los líderes que lo visitaron sino por los efectos económicos de gran magnitud que las nuevas sanciones norteamericanas a Irán traerán para los europeos. En cuanto a lo primero, el presidente Trump organizó una majestuosa recepción a Emmanuel Macron, mientras que a la señora Merkel le dedicó muy poca atención y un trato apenas cortés. La intención de dividir al liderazgo europeo es evidente.

El impacto económico de las nuevas sanciones anunciadas contra Irán es muy grande. Con base en el Acuerdo de 2015 Irán recuperó sus exportaciones petroleras y con el producto de ellas celebró grandes contratos con empresas europeas. Si Trump aplica las sanciones a Irán, no solamente mermaran las exportaciones de petróleo de este país, sino que las empresas que en el futuro hagan negocios con los iraníes pueden ser vetadas por los Estados Unidos.

La diplomacia Europea reaccionó de manera poco usual. El polaco Donald Tusk, jefe del Consejo Europeo, expresó con evidente molestia que con amigos como Trump, Europa no necesita enemigos. Las autoridades de la Unión Europea, por su parte, activaron una vieja disposición que permite a las empresas de ese continente hacer caso omiso a las sanciones que les impongan desde fuera.

Como si fuera poco, en un momento marcadamente inconveniente, Trump formalizó el traslado de la embajada norteamericana en Israel a la ciudad de Jerusalén. La inestabilidad en el Medio Oriente se disparó. Muchos analistas conectan las recientes decisiones de Trump con la fuerte alza que en las últimas semanas ha experimentado el precio del petróleo…

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Todo honor a Consuelo Lago. Su constante presencia a través de Nieves nos deja ver la inteligencia y el fino humor de esta caleña raizal. Que su obra continúe por mucho tiempo más.

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