La verdad incómoda
Admiro al padre De Roux por su constancia en la búsqueda de la paz, que sólo se consigue situando la verdad al alcance de todos los colombianos
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20 de jul de 2022, 11:40 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:00 p. m.
Vacilé al momento de titular esta columna pues tenía dos opciones: la palabra esdrújula que a la postre usé, o la inflexión del verbo incomodar, para señalar que la verdad a veces incomoda. Preferí la primera porque es lo que el país contempla con asombro ante las reacciones que suscita el informe presentado por la Comisión de la Verdad, que preside el sacerdote jesuita Francisco de Roux, a quien le llueven todos los agravios extraídos de la zona de tolerancia del diccionario, que gente que se autoproclama “de bien” suelta siempre que se menciona su nombre: cura hp, o guerrillero con sotana, como lo calificó el hijo de María Fernanda Cabal.
Resulta que el padre De Roux y otros diez comisionados se encargaron de registrar el duro conflicto sufrido por el país en los últimos cuarenta años, que arroja un saldo de 450.664 muertos, el 80% civiles y el 20% combatientes. De esos crímenes son responsables en un 45% los paramilitares; el 27% las guerrillas; y el 12% los agentes del Estado.
La reacción ha sido inmediata, empezando por quienes juzgan sesgado el informe, al punto de que el presidente Duque no asistió a la entrega del mismo. La verdad los incomoda, porque es incómoda.
La historia se repite. Al caer el régimen nefasto de Rojas Pinilla, como Colombia es el país de las cosas singulares, el dictador depuesto el 10 de mayo de 1957 designó a cinco altos oficiales para que lo sucedieran en el mando y le guardaran la espalda: Gabriel París, Rafael Navas y Luis Ernesto Ordóñez, del Ejército; Deogracias Fonseca, de la Policía; y Rubén Piedrahita, de la Armada, quienes se olvidaron del jefe de la víspera y resolvieron jugársela por la democracia, por lo que gracias a esa junta pudo votarse el plebiscito que dio origen al Frente Nacional, que trajo la paz para liberales y conservadores.
Aquella que se llamó ‘Junta Militar de Gobierno’ encargó al sacerdote Germán Guzmán Campos, a la sazón párroco de Líbano (Tolima), uno de los municipios más azotados por la violencia que sufrió Colombia entre 1946 y 1957, que redactara un informe sobre esa trágica etapa. Fue tan bueno el resultado de la investigación de monseñor Guzmán, que en el gobierno siguiente –el de Alberto Lleras- se le pidió que hiciera ampliación de su trabajo. Lo hizo en unión de Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, y así salió a la luz pública ‘La Violencia en Colombia’.
Idénticos a los que hoy censuran a la Comisión de la Verdad y colman de insultos al padre De Roux, salieron los de la caverna oscura que se sintieron tocados por lo que narraron los tres valientes autores de la obra, a quienes señalaron de comunistas, ateos, sesgados y, desde luego, con adición de madrazos. Los redactores del texto tuvieron que exiliarse para evitar pagar con sus vidas el valor de sus denuncias. El libro aún se consigue en la Librería Nacional.
Lo mismo que presencié hace años lo estoy viendo ahora con el Informe de la Comisión de la Verdad, que también se refiere a los 6402 ‘falsos positivos’ probados por la JEP, igualmente “sesgada y mamerta”, como la tildan quienes prefieren que se oculten los hechos que nos ponen al lado de los países más violentos del mundo.
Admiro al padre De Roux por su constancia en la búsqueda de la paz, que sólo se consigue situando la verdad al alcance de todos los colombianos, especialmente de las víctimas de un largo conflicto, que ojalá el nuevo Gobierno liquide para siempre.

Directora de El País, estudió comunicación social y periodismo en la Pontificia Universidad Javeriana. Está vinculada al diario EL País desde 1992 primero como periodista política, luego como editora internacional y durante cerca de 20 años como editora de Opinión. Desde agosto de 2023 es la directora de El País.
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