El pais
SUSCRÍBETE

¿Hasta cuándo?

Con la venia de Marco Tulio Cicerón -y sólo cambiando un nombre-, me apropio de la célebre pregunta para exclamar: ¿Hasta cuándo, César, abusarás de nuestra paciencia?

23 de septiembre de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

Con la venia de Marco Tulio Cicerón -y sólo cambiando un nombre-, me apropio de la célebre pregunta para exclamar: ¿Hasta cuándo, César, abusarás de nuestra paciencia?

Porque ya la conducta de César Gaviria como presidente del Partido Liberal raya con el irrespeto pues ha llevado a esa colectividad hacia el abismo, aferrándose al puesto, cuando ya ha debido pasar al depósito de muebles viejos, como decía López Michelsen.

Reconozco que Gaviria le plantó cara a Álvaro Uribe cuando éste pretendió ‘sonsacar’ a los parlamentarios rojos para trastearlos a la U.
Algunos oyeron los cantos de sirenas y se marcharon, lo que les causó la expulsión del Partido, especialmente a los felones que votaron el cambio del ‘articulito’ para que Uribe pudiese ser reelegido en 2006.

En este espacio aplaudí al expresidente por su valerosa gestión frente al conato de Uribe para liquidar al que otrora fue su partido, y con el cual obtuvo destacados cargos públicos.

En la segunda vuelta de la elección presidencial de 2014, Gaviria fue actor fundamental en el triunfo de Juan Manuel Santos sobre Óscar Iván Zuluaga. No hubo tribuna en la que el líder pereirano no le cantara la tabla a Uribe y le gritara “mentiroso” con todos los arpegios de su voz con gallos de adolescente.

A partir de ahí, no sé cuál virus se introdujo al torrente sanguíneo de Gaviria. Aquí denuncié cómo traicionó a Humberto de la Calle, candidato liberal, al abandonarlo a su suerte, y después, sin reato de conciencia, endosarle a Uribe los votos para Iván Duque. Ese es el acto más oprobioso que yo haya visto en mi larga observación de la política nacional. Porque los liberales podemos votar por cualquier candidato, menos por uno de Uribe, que ha sido el más enconado adversario de la colectividad.

Duque recibió el caudal de sufragios liberales, pero ya triunfante no le dio ni un saludo a Gaviria, que quedó asomado como el perro de la Víctor ante el gramófono, en la vieja publicidad.

Como nada le dieron, optó por la ‘independencia’, pero puso a la bancada al servicio del régimen, y ahora la hizo votar por el Defensor del Pueblo y por la Procuradora, ambos de la cuerda uribista, que amarró a todos los entes de control.

En declaración a El Tiempo, soltó esta vergonzosa perla: que se distanció del Gobierno porque Duque no lo mantiene al tanto de la pandemia como si el presidente no saliera todos los días a hablar de ella en horario triple A, pues no tiene otro tema.

Un querido amigo, conservador por más señas, me obsequió un incunable publicado en 1942, que jamás pude conseguir: Historia del Partido Liberal colombiano, de Milton Puentes, que narra la procelosa marcha de su ideología desde 1810 hasta la fecha de publicación.

En ese inmenso volumen de 650 páginas está el registro histórico del liberalismo que ha puesto ‘sangre, sudor y lágrimas’ para que sus teorías políticas, sociales y económicas no desaparezcan.

César Gaviria debería de leer esta magna obra, y no pensar en los avales que generosamente repartirá en 2022 entre aquellos que gozan de sus favores para ser candidatos a Senado y Cámara de Representantes, y a la presidencia de la República.

Don Vicente Azuero y don Ezequiel Rojas, quienes a mediados del Siglo XIX sentaron las bases programáticas de nuestro Partido, desde las tumbas también alzan sus voces para preguntarle a Gaviria: ¿Hasta cuándo?

AHORA EN Jorge Restrepo Potes