El voto militar

Los hombres -y hoy también las mujeres- que son incorporados a cualquiera de las tres armas de la República, Ejército, Armada y Fuerza Aérea, son tan colombianos como el resto de sus compatriotas.

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14 de jul de 2021, 11:40 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 07:09 a. m.

“En Colombia, país de cosas singulares, dan la paz los militares
y los civiles dan guerra”

Este versito lo escuché de niño y lo tuve por cierto hasta que años después comprobé que los militares también dan guerra cuando se dejan comprometer en la lucha política.

No es cierto que los uniformados sean ajenos a las disputas ideológicas, y más en un país como el nuestro en el que permanentemente estamos polarizados, antes entre liberales y conservadores, y ahora entre uribistas y petristas.

Los hombres -y hoy también las mujeres- que son incorporados a cualquiera de las tres armas de la República, Ejército, Armada y Fuerza Aérea, son tan colombianos como el resto de sus compatriotas.
Pertenecen a familias con diversas inclinaciones políticas, y heredaron como todos las pasiones que generan esas tendencias. Y resulta, además, que todos los hombres y mujeres que visten uniforme -en mis años mozos eran únicamente varones de pelo en pecho quienes empuñaban las armas oficiales- tienen siempre un superior jerárquico. El más bizarro general debe cuadrarse y taconear cuando tiene al frente al presidente de la República, quien es, por definición constitucional, el comandante en jefe de las Fuerzas Militares y de Policía.

Traigo a colación lo anterior porque me he enterado de que repta en el desprestigiado Congreso un proyecto de acto legislativo que les otorga el voto a todos los miembros de la Fuerza Pública, con el argumento de que Colombia es de los pocos países del mundo que cercena ese derecho democrático a los defensores de la patria.

Es posible que eso sea cierto, pero también es cierto que Colombia tiene unas características que lo hacen uno de los países más violentos y corruptos del planeta. Y pocos con mayores desencuentros políticos que el nuestro. En Europa hubo dos guerras mundiales en la primera mitad del Siglo XX, una de cuatro años y otra de seis. Terminados esos conflictos, se acabó el problema, y los vencedores capitalizaron a los vencidos para que sus economías reaccionaran y no se perdieran esos mercados.

Aquí, desde que Bolívar logró hacer un Estado pero no una Nación, nos estamos matando por unos credos políticos que muchas de las víctimas ignoran sus principios ideológicos. Porque sos godo, te odio; porque sos rojo, te odio; y ahora, por variar, por uribista o por ‘castrochavista’.

Si hubiese en Colombia autorización legal para que soldados y policías puedan sufragar en una elección presidencial, es obvio que el jefe de Estado de turno emplearía su autoridad para influir sobre los oficiales buscando que las tropas a su mando voten por el candidato cercano al Gobierno. Y como el que puede votar puede debatir y echar discursos, ya veríamos a los altos comandantes llevando a las urnas a soldados y policías, estimulándolos con algunos privilegios o castigándolos por no atender las órdenes.

No me cabe duda de que este nuevo atentado contra nuestra frágil democracia es idea de cualquiera de las cuatro derechas que tenemos en nuestro territorio. Ojalá reflexionen, y no inciten a más violencia, pues con la que tenemos, basta. Invito a sus promotores a leer el discurso de Alberto Lleras a los jefes castrenses en el Teatro Patria en mayo de 1958, cuando les dijo que una de las normas constitucionales más importante es aquella que prescribe que la Fuerza Pública no es deliberante.

Abogado con 45 años de ejercicio profesional. Cargos: Alcalde de Tuluá, Senador y representante a la Cámara, Secretario de Gobierno y Secretario de Justicia del Valle. Director SAG del Valle. Columnista de El Pais desde 1977 hasta la fecha.

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