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El poder embellece, pero…

Pienso que es conveniente que los ciudadanos se detengan a analizar con rigor a los candidatos que hay sobre el tapete, en Cali y el Valle del Cauca.

11 de septiembre de 2019 Por: Jorge Restrepo Potes

Solía decir Carlos Holmes Trujillo -padre del actual Canciller, por quien guardo aprecio a pesar de su increíble trasteada al uribismo- que cualquier sujeto desmirriado y feo, tan pronto lo nombran en alto cargo público se convierte en hombre apuesto, alrededor del cual ofician solícitas las subalternas del despacho, y otras por fuera del entorno oficial. “Lo que puede la edición”, decía el ingenioso poeta bogotano.

¡Ah!, y hasta elegantes se vuelven. Hay que ver la donosura con la que montan en los vehículos asignados, cuyas puertas abre el conductor para que el personaje ingrese, y si no es él, la cónyuge, que usa el blindado para ir de compras al supermercado.

Unos tipos que le están debiendo años a la escuela primaria fungen -término atroz- de académicos que pontifican sobre lo divino y lo humano, y el pueblo queda convencido de que ese caballero en la tarima es el preciso para ocupar puestos en el Ejecutivo y en el Legislativo.

Lo grave del asunto es que la presencia física, por más adornos que se le pongan, no compensa el alto déficit intelectual, y no aporta capacidad para desempeñar competentemente los oficios a los que se ha llamado. “Lo que natura no da, Salamanca no presta”. Sabia sentencia.

Coja usted la lista de aspirantes a Alcaldía de Cali y Gobernación del Valle y se asombrará de la mediocridad de los aspirantes, desde luego, con excepciones que confirman la regla. “Si estas cosas dan ganas de llorar”, rimaba el ‘Tuerto’ López. Y las mujeres de su séquito los abrazan y los besan y los ensalzan como si fueran príncipes salidos de las antiguas fábulas que nos alegraron la infancia.

Pienso que es conveniente que los ciudadanos se detengan a analizar con rigor a los candidatos que hay sobre el tapete, en Cali y el Valle del Cauca. No hay que dejarse atrapar por logros anteriores, ni por la verba de quienes se autoproclaman protectores de los intereses populares. Lo pasado es pasado y no regresa invocando filantropías, de las que no hay pruebas suficientes.

Cali y el Valle tienen que pensar en el futuro y no en el ayer. El futuro es Alejandro Éder para la Alcaldía, y Óscar Gamboa para la Gobernación. Dos demócratas transparentes, líderes probados en su trayectoria pública, que quieren aportar sus amplios conocimientos en bien del Departamento y de su capital.

Ambos pretendientes a los despachos de mando del CAM y del Palacio de San Francisco, tienen hojas de vida en las que no aparece una sola contradicción entre sus pensamientos y la acción que han ejecutado en los destinos públicos. Graduados de importantes universidades colombianas y extranjeras, Éder y Gamboa son los hombres precisos para los cargos precisos.

Es cierto, como reza el título de esta nota, que el poder embellece, pero no aporta los talentos administrativos que hoy requieren para su desarrollo la ciudad y el departamento.

Alejandro Éder y Óscar Gamboa son candidatos de opinión, pues ambos apelaron a firmas para su inscripción. Por eso son ciudadanos libres para ejercer el poder sin ataduras ni compromisos para canjear puestos por votos. “Fume y compare”, como decía la viejísima propaganda de los cigarrillos Pielroja.

Votar mal o abstenerse de sufragar es atentar contra Cali y el Valle, y en eso radica la responsabilidad de la ciudadanía, a la que solo debe importarle que los mandatarios gobiernen bien y que los dineros públicos no vayan a los bolsillos de los corruptos.

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