El Espectador, 135 años
Los periódicos de oposición son hostilizados con censores intransigentes, o negándoles la importación de papel para las rotativas.
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6 de abr de 2022, 11:40 p. m.
Actualizado el 17 de may de 2023, 12:36 p. m.
Los regímenes de derecha abominan de la libertad de expresión. Les causa urticaria la prensa libre. Consideran delincuentes a los periodistas independientes, a los que se debe amordazar. Los periódicos de oposición son hostilizados con censores intransigentes, o negándoles la importación de papel para las rotativas.
En Colombia hemos vivido épocas tenebrosas en que los medios liberales han sido objeto de persecuciones sin cuenta, y el que más ha padecido el asedio ha sido El Espectador, porque desde su aparición fue víctima de los gobiernos conservadores que veían en él serio obstáculo para sus propósitos dictatoriales.
Don Fidel Cano Gutiérrez activó su modesta imprenta en 1887, en plena Regeneración de Rafael Núñez. A los pocos meses de circular en Medellín le llegó el decreto del gobernador de Antioquia disponiendo el cierre del diario. Siete meses después volvió a las calles, pero al poco tiempo, otro cierre por disposición oficial, ahora del Gobierno central.
Sobrevivió como pudo, y don Fidel con el valor propio de su raza, resolvió sacar El Espectador simultáneamente en la capital antioqueña y en Bogotá. A esta ciudad mandó a su hijo Luis Cano como director y el patricio quedó dirigiendo la edición paisa.
En Bogotá, el diario era vespertino y competía con El Tiempo, matutino de propiedad de Eduardo Santos, y ambos eran voceros del Partido Liberal, que gracias a sus dirigentes y al apoyo de esos periódicos, alcanzó el poder en 1930. Tanto El Tiempo como El Espectador eran servidos por los mejores columnistas nacionales y extranjeros.
En 1949, en medio de feroz violencia, el gobierno de Ospina Pérez clausuró las cámaras legislativas; modificó el sistema de votación en la Corte Suprema de Justicia para evitar que los arbitrarios decretos de estado de sitio fueran declarados inconstitucionales; y estableció la censura de prensa. En todos los diarios liberales aparecía en primera plana un pequeño recuadro con este texto: “Esta edición aparece bajo censura oficial”. Poco después, esa frase también fue prohibida.
El 6 de septiembre de 1952 ambos periódicos fueron incendiados a ciencia y paciencia de las autoridades. El alcalde de Bogotá, Rafael Briceño Pardo, dispuso que los bomberos quedaran acuartelados y no salieran a apagar las llamas.
Es bueno recordar que en ningún gobierno liberal se han presentado atropellos contra la libertad de prensa.
Caído por su propio peso el gobierno de Laureano Gómez, accede el general Gustavo Rojas Pinilla, que levantó la censura de prensa pero al año se le salió el reaccionario boyacense que guardaba bajo la guerrera, y ordenó el cierre de El Tiempo y luego de El Espectador.
Cuando llegó el imperio del narcotráfico, El Espectador fue el primero en denunciar su infiltración en la vida política y económica del país. Pablo Escobar se sintió acosado por esas denuncias y ordenó el asesinato de su director Guillermo Cano. No satisfecho con ese crimen, tres años después hizo explotar una bomba que destruyó las instalaciones del periódico en Bogotá. Pero no pudo con El Espectador que se levantó de sus cenizas y reinició el combate.
Hoy El Espectador, con el músculo de la familia Santo Domingo, es el más aguerrido defensor de las ideas liberales. Ni la censura, ni la dinamita, ni los señores feudales han podido liquidarlo. Por eso al cumplir 135 años de su fundación continúa siendo la altiva antorcha de la libertad en Colombia.

Abogado con 45 años de ejercicio profesional. Cargos: Alcalde de Tuluá, Senador y representante a la Cámara, Secretario de Gobierno y Secretario de Justicia del Valle. Director SAG del Valle. Columnista de El Pais desde 1977 hasta la fecha.
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