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Foto de referencia. Migración Colombia tramitó la deportación de la colombiana Echeverría desde Suiza. | Foto: Archivo de El País

Diálogo en el parque Boyacá

Todos la vieron como un factor de unidad, hasta que soltó el lado perverso de su personalidad, y su vieja ambición: ‘Yo también soy candidata’.

16 de febrero de 2022 Por: Jorge Restrepo Potes

-Vení, Jorge, ¿qué lectura le das al bochinche que armó la señora Betancourt con el petardo que le puso a la Coalición de la Esperanza?

-Lo primero que quiero decirte es que esa dama jamás ha sido santa de mi devoción. La única Ingrid -sin tilde en la primera vocal porque el sueco no dispone de ese signo ortográfico- que goza de todos mis afectos es Ingrid Bergman, la inmortal actriz escandinava que nos dejó joyas perdurables como La luz que agoniza, Juana de Arco y Casablanca.

-No te salgás del tema. ¿Qué pensás de la actual conducta de la hija de doña Yolanda Pulecio, de tanta figuración a mediados del Siglo XX?

-Cuando me enteré de que Íngrid -con tilde- desembarcaba en la Coalición, intuí que esa intrépida acción náutica era más parecida a un abordaje de piratas, como los que se ven en El Cisne Negro.

- ¿Por qué decís eso tan drástico?

-Pues por sus obras los conoceréis, me enseñaron en clase de religión en la escuela primaria.

- ¿No le ves nada digno de elogio?

-Sí, su gran valor para sobrellevar el atroz secuestro al que la sometieron las Farc por más de seis años, en los que soportó vejámenes sin cuenta.

-¿Y en política?

-Siempre ha sido como mico en pesebre. Donde llega forma tremendo caos, y nunca ha tenido coherencia en sus empresas políticas. Apoyó a Pastrana cuando había un candidato liberal excelente: Horacio Serpa. Su propio secuestro, cuando se metió en la guarida del lobo desoyendo las advertencias que le hicieron en el aeropuerto de Florencia sobre el peligro que corría en ese territorio dominado por la guerrilla.

-Escribió un libro a cuatro manos con Juan Manuel Santos.

-Interesante texto, pues dice que su rescate se debió al empeño de Santos, a la sazón del ministro de Defensa, que fraguó la Operación Jaque, un duro golpe a las Farc.

-Le abono que a pesar del secuestro que padeció, apoyó el Acuerdo de Paz con la Farc.

-Sí, es plausible ese gesto.

- Y lo del petardo a la Coalición, ¿qué?

-Más que petardo fue una bomba de alto poder como la que lanzaron los gringos sobre Hiroshima, que puso fuera de combate a los japoneses en 1945.

-¿Así de grave?

-Claro. No fue fácil montar la Coalición de la Esperanza. El orfebre fue Humberto de la Calle, que logró reunir a aspirantes tan diferentes como Fajardo, Cristo, Robledo, Galán y Amaya. Desarmó el ánimo pugnaz de Fajardo y Robledo y le bajó decibeles al madrazo de Robledo a los Galán.
Todos creímos que los problemas internos estaban superados y muchos, yo incluido, nos esforzamos en consolidar ese proyecto de centroizquierda, el único que conviene a Colombia.

- ¿Y qué hizo Íngrid?

-Pues taimada como es, llegó como sacerdotisa de la Esperanza, y con De la Calle presidió el cónclave convocado por Cristo. Todos la vieron como un factor de unidad, hasta que soltó el lado perverso de su personalidad, y su vieja ambición: ‘Yo también soy candidata’.

- ¿Y eso estuvo mal?

-Pésimo. Tenía derecho a presentar su aspiración, pero ha debido manifestarla antes de entrar, y su andanada en público contra Alejandro Gaviria la mostró como lo que es: una hipócrita consumada.

- ¿Hizo daño?

-Un daño terrible, que ojalá no incida en la consulta del 13 de marzo cuando escogeremos el candidato de la Coalición que vaya a primera vuelta de la elección presidencial.

- ¿Y cómo ves ese escenario?

-Soy optimista. En la consulta votaré por Alejandro Gaviria, que es el presidente que Colombia necesita.

-Bueno, vale, volvé pronto.

AHORA EN Jorge Restrepo Potes