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'Cantinflas'

Yo pertenezco a la generación que creció viendo las películas de Mario...

9 de octubre de 2014 Por: Jorge Restrepo Potes

Yo pertenezco a la generación que creció viendo las películas de Mario Moreno, el actor mexicano que inmortalizó el nombre de Cantinflas, el pintoresco personaje que interpretaba en la pantalla. Desde ‘Ahí está el detalle’ al lado del extraordinario Joaquín Pardavé hasta la última cinta que filmó poco antes de su muerte en 1993, los mexicanos, los colombianos y todo el mundo hispanoparlante gozó con este cómico que no obedecía a un guion sino que creaba parlamentos que causaban la risa de los espectadores.De su peculiar manera de hablar en sus películas surgió el término ‘cantinflesco’, que se aplica al que habla y habla y termina diciendo nada. “Usted se parece a Cantinflas”, le dijo el doctor José Joaquín Castro Martínez, ilustre catedrático de Derecho Constitucional en el Externado a uno de mis condiscípulos que se volvió un ocho en el examen oral y no pudo articular una idea con otra: calificación cero.No ha habido en la historia del cinematógrafo un actor de las capacidades histriónicas de Mario Moreno. Se me dirá que ahí esta Charlie Chaplin, pero resulta que este genial artista británico manejaba un humor diferente, más para la elite, diría yo, pues el hombre del bigotico y del bombín provocaba más la sonrisa que la carcajada, tanto en sus épocas espléndidas del cine mudo como en las del parlante, que coronó su triunfo pues pudimos escuchar sus composiciones musicales, como la banda sonora de ‘Candilejas’, que ya perdí la cuenta de las veces que la he visto.Cantinflas era otra cosa. Era no solo el mexicano de la pura entraña popular que se las ingeniaba para sobrevivir, y para ayudar a sus semejantes. En eso se parecía a Chaplin pues siempre había un niño o una mujer abandonados o enfermos a quienes ambos socorrían.Creo que el mismo Mario Moreno intervenía en los libretos aunque su personaje frecuentemente se apartaba del texto. Improvisaba, y allí aparecía el genio pues todos entendíamos su jerigonza, que le permitía, como a Don Quijote, reparar agravios y deshacer entuertos. Tuvo un solo director: Miguel M. Delgado.No triunfó únicamente en el cine de su país. A Michael Todd, el gran director norteamericano, uno de los siete maridos de Elizabeth Taylor, y quien murió tempranamente en accidente aéreo, se le metió en la cabeza la idea, descabellada para algunos, de poner a Cantinflas en el reparto de ‘La vuelta al mundo en 80 días’. Desde luego era hablada en inglés, y es en ella en donde se muestra la genialidad del cómico azteca pues, como se dice, “se robó el show”, y basta recordar que compartía los créditos con nadie menos que David Niven, otro inmenso del séptimo arte. Esa película fue un éxito rotundo y le valió a Mario Moreno el Globo de Oro de 1956.Ahora el cine mexicano tuvo la osadía de llevar la vida de Mario Moreno -y de Cantinflas- a la pantalla. Era un desafío grande pues se trata de un ídolo nacional y no se hubiese perdonado que resultara un bodrio, más cuando escogieron a un español, Ómar Jaenada, para interpretarlo. Pero el hombre dio la talla y logra un acercamiento magistral al personaje.Con parecido físico asombroso logra imitar los dichos y la expresión corporal, y así sale una muy buena película, que honra la memoria de uno de los más grandes actores del cine mundial en toda su historia, desde que los hermanos Lumiere inventaron ese prodigio de luces y sombras que se convirtió en el mejor de los espectáculos, al alcance de todos los bolsillos.

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