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Aquel Superman

“(…) Ahora entonces resulta inevitable no pensar en todo aquello: Superman, la...

2 de mayo de 2016 Por: Jorge E. Rojas

“(…) Ahora entonces resulta inevitable no pensar en todo aquello: Superman, la fragilidad del hombre, las luchas heroicas, la kriptonita, Clark Kent. El que está acomodado frente a mí en esa silla de ruedas, hablándome a través de los parpadeos que su esposa traduce en palabras, podría ser también un superhombre prisionero en el cuerpo de un tipo común: el de un tenista que decidió convertirse en sparring de los grandes en vez de serlo él; se llama Raúl Ordóñez, nació en Terrón Colorado hace 44 años y su historia es de otro mundo…”.Aquello fue en el 2013 y a excepción de su edad nada ha cambiado. La ELA que le diagnosticaron en el 2004 sigue avanzando en la mezquindad de hacer de su cuerpo una cárcel con cadena perpetua donde apenas los ojos se salvan de sobrevivir petrificados. Si en los demás mortales entonces, son el espejo del alma, en ese hombre vienen siendo toda la vida. O casi toda porque la otra parte la compone su mujer. “(…) El amor es una droga misteriosa y el corazón es un músculo terco: Diana y Raúl se hablan sin hablar. Teniendo solo los ojos para quererse, ver a esa pareja diciéndose cosas es una ruidosa lección de lo que en verdad significa amar…”.Con una entonación diferente, tal vez hoy podría repetir las mismas palabras con las que hace tres años intenté contar su historia para este periódico. El sábado, al ver una nueva entrega de la película de su vida, resultó inevitable no recordar algunas frases como subtítulos reflejados sobre una pantalla de cine sin bordes: en la parte de atrás de su casa, la número 52 de una urbanización campestre a la entrada de Jamundí, Raúl, el sparring que ayudó a construir el éxito deportivo de André Agassi, observaba al mediodía un entrenamiento de tenis que transcurría en una cancha múltiple de cemento. Y allí una niña, Daniela Vivas, de 12 años, y un entrenador, Edinson Guerrero.Como el otro Superman, Raúl tiene ojos muy poderosos. Con base en lo que ve allí, se vale de su esposa Diana o de un traductor óptico para dictar sobre un papel mensajes muy precisos que en el campo y a través del profe Edinson se convierten en repeticiones: “Vamos a trabajar en consistencia porque es lo que Daniela necesita...”, recomendó hace poco. Desde el 2011 ‘el sparring de Agassi’ y su esposa tienen una fundación, la Fundación Raúl Ordóñez, con la que desde eses tiempo le ofrecen clases gratuitas de tenis a niños de bajos recursos de Jamundí. Las clases, direccionadas por Raúl y ejecutadas por el profe Edinson, las dan en la cancha de una urbanización de interés social cercana al Hospital Piloto. Fue una gestión de la pasada Alcaldía, cuenta Diana, que pagaba parte del sueldo del profe Edinson. El resto salía de las pizzas y la lechona que ella a veces vende y del rebusque para conseguir recursos y poder comprar las raquetas y tenis y las bolas y todo lo que necesitan los niños forman. Cada año 40 niños. Niños como Daniela Vivas, ahora número uno del Valle en categoría 12 años. Una número uno en el aire. ¿Quién podrá salvarla? Los ojos de Raúl, tan humanos al fin y al cabo, no pueden con todo. Su esposa lo mira y cuenta que la nueva Alcaldía no les ha firmado contrato. “(…) la fragilidad del hombre, las luchas heroicas, la kriptonita…”.