Columnista
Innovar con rostro humano
Innovar hoy, en nuestro sector, significa hacer eficiente el conocimiento: abrir puertas para que la sociedad tome mejores decisiones, basadas en realidades y no en suposiciones.
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26 de dic de 2025, 12:52 a. m.
Actualizado el 26 de dic de 2025, 12:52 a. m.
Cuando hablamos de innovación, con frecuencia caemos en el lugar común de reducirla a la tecnología. Sin embargo, en el ámbito social y del desarrollo, una dimensión esencial de la verdadera innovación es su capacidad para impulsar la apropiación social del conocimiento. No toda innovación busca democratizar el saber, pero aquella que necesitamos para cerrar brechas sí debe hacerlo. ¿De qué nos sirve investigar si los hallazgos se quedan encerrados en estanterías, cajones o círculos cerrados? Innovar hoy, en nuestro sector, significa hacer eficiente el conocimiento: abrir puertas para que la sociedad tome mejores decisiones, basadas en realidades y no en suposiciones.
Durante años he defendido una premisa vital: el conocimiento debe tener rostro. No podemos seguir investigando sobre las comunidades como si fueran objetos de estudio pasivos; debemos investigar con ellas, reconociéndolas como sujetos capaces de producir conocimiento. Este cambio de preposición, del ‘sobre’ al ‘con’, asegura que la pregunta que guía la investigación sea pertinente. Se trata de una mutua orientación entre la academia y la comunidad que garantiza que las soluciones sean más eficientes y, por ende, tengan mayor impacto.
La democratización del saber es, ante todo, una herramienta de eficiencia social. Cuando la información fluye de manera clara y accesible, permitimos que otros actores —públicos, privados y comunitarios— no partan de cero, sino que construyan sobre lo aprendido. Esto mejora la calidad del trabajo colectivo y cualifica la toma de decisiones, pues dejamos de operar desde la intuición para hacerlo desde una comprensión profunda de los contextos.
Un ejemplo tangible de esta apuesta es el reciente lanzamiento del Museo Virtual Mujeres, Territorio y Vida de la Fundación WWB Colombia. Más allá de ser una plataforma digital, este espacio es un ejercicio vivo de apropiación social del conocimiento. A través de una navegación intuitiva y sensorial, el museo traduce los hallazgos y procesos de algunos proyectos apoyados por el Fondo para la Investigación de la Fundación. Es la demostración de que es posible equilibrar el rigor metodológico académico con la empatía, humanizando el dato para que nos hable al oído.
En este museo, las protagonistas no son las estadísticas frías, sino las mujeres del Pacífico, el Valle y el Cauca. Al ponerle rostro a la investigación, logramos que deje de ser un documento inerte y se convierta en un activo público que impulsa la autonomía y defiende los saberes ancestrales.
El desafío hacia el futuro es claro: acercar el conocimiento a la gente y devolverlo a quienes le dieron origen. Porque cuando el saber circula, cuando tiene rostro y voz, deja de ser un privilegio y se convierte en una herramienta de autonomía. Una sociedad que se reconoce en su propio conocimiento decide mejor su rumbo. Y en ese camino, entender el saber como un bien común es el primer paso para construir un país más equitativo.
Daniela Konietzko. Presidente de la Fundación WWB Colombia.

Presidente de la Fundación WWB Colombia
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