Jueces de estatuas

Los manifestantes contra el racismo se han dado a la tarea de derribar estatuas de personajes históricos cuyos actos en vida, varios siglos atrás, propiciaron la opresión racial.

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12 de jun de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 07:14 p. m.

Los manifestantes contra el racismo se han dado a la tarea de derribar estatuas de personajes históricos cuyos actos en vida, varios siglos atrás, propiciaron la opresión racial. Las estatuas de Colón han sido un blanco reiterativo en Estados Unidos, una fue decapitada, y en Bristol,
Inglaterra, los enfurecidos activistas lanzaron al agua la estatua de Edward Colston. Colston fue un comerciante de esclavos en el Siglo XVII que, además de hacer una fortuna, se convirtió en filántropo y patrocinador del desarrollo de Bristol.

Tiene mucho sentido revaluar las actuaciones de personajes históricos a la luz de los problemas de la sociedad y resaltar aquellos aspectos que son intolerables por ser contrarios a los ideales actuales de equidad, libertad y justicia. De otro modo toda la carga e inspiración simbólica que encarnan sus estatuas y demás íconos pueden tomar otro rumbo. Pueden convertirse en símbolos de discriminación, oprobio contra determinados grupos sociales y conducir a fracturas sociales.

Al igual que en su parte física las construcciones con significado público deben restaurarse y actualizarse en su parte simbólica para que adquieran el sentido y el significado que la sociedad quiere darles. Y, como parte del debate democrático, el sentido y el significado de los símbolos públicos debe ser el producto de consensos que respeten la pluralidad y los derechos básicos. Es en este punto donde viene el problema del juicio a las estatuas.

Las estatuas de Colón no rememoran el saqueo de un continente, ni el exterminio y las pandemias de numerosos pueblos indígenas. Celebran una exploración que dio origen al mundo moderno como lo conocemos hoy con la consiguiente propagación de la cultura occidental, católica, etc. Igual sucede con Colston. Sus estatuas no son una reivindicación del pasado esclavista de Inglaterra. Su sentido es un reconocimiento a lo que Colston hizo por Bristol.

El juicio de los abolicionistas de estatuas despoja a los símbolos de su significado para la sociedad y los convierte en un significado de lo que ellos rechazan para poder destruirlo. El resto de la sociedad se ve entonces sometido a un chantaje. Quien no se solidariza para destruir el símbolo deja la imagen de defender todos los valores negativos que se le han atribuido y nada de su significado original. Un ejemplo: quienes defienden a Lenin o al Che Guevara como símbolos de la revolución y de las luchas de los trabajadores se las verían en aprietos si, en vez de tener que defender esos significados, tuvieran que defender el lado oscuro de estos personajes. El uso de Lenin y el Che como símbolos no está dirigido a celebrar las masacres y fusilamientos que tan prolíficamente cometieron.

Para destruir un símbolo, así sea en su forma de estatua, al menos debería apelarse antes al debate público, a alcanzar consensos acerca del aspecto negativo que involucran, lo evidente que es para el grueso de la sociedad la ofensa y a la necesidad de repudiarlos por ese contenido.
Es bueno también poner el contexto de las actuaciones de los personajes históricos, no juzgarlos desde el presente. De no ser así, habría que decapitar de la historia a casi todos sus personajes, sin atenuantes: Bolívar, Núñez, Lleras, Gaitán y demás en el solo caso de Colombia.
Ninguno de ellos aguantaría los cargos de racistas, corruptos y violentos de un tribunal moral del día de hoy.

Sigue en Twitter @gusduncan

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