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¿Para qué sirve un papá?

Es innegable que le llegó la hora de la crisis al hombre....

14 de junio de 2011 Por: Gloria H.

Es innegable que le llegó la hora de la crisis al hombre. Sí, nuestro seguro e imperturbable varón está a las puertas de una revolcada ‘la tenaz’ porque su definido lugar en el mundo se le borró. Durante el período patriarcal él fue el rey. Tenía el poder para todo y en todo. No hubo espacio social que no dominara. En la política, en el dinero, en su familia, en lo social, en las empresas, con su compañera, en la sexualidad (hasta de sus hijas), todo le pertenecía. Amo y señor de todo y de todos, incluída la naturaleza. El mundo estaba a sus pies e hizo y deshizo. Vivimos con su criterio, con sus leyes, con su mirada. Hoy enfrentamos las consecuencias de los paradigmas que rigieron el tiempo de los varones. Pero... çEstá llegando el cambio. Y, quién lo creyera, comienza en el lugar donde más seguro se sentía, donde era más rey, donde parecía intocable: en las cuatro paredes de la casa, en el ‘hogar dulce hogar’, allí empieza el revolcón. ¡Pero ya no sabe cuál es su papel! Perdió el trono del poder que le daba el dinero como único proveedor y perdió también su rol de control cuando su compañera es capaz de manifestar deseo sexual (sin su permiso) y reclamar o exigir mejores amantes. El cambio de circunstancias lo desconcertaron y no encuentra (todavía) un nuevo sendero, una nueva identidad. Pero cuando se siente perdido, en muchos casos, el único poder que le queda es el de la violencia, el del autoritarismo, el del asesinato. O me obedecen o... Allí también, en casa, su rol está desactivado y sólo a través de los gritos o de la violencia asesina, guarda control. Que en definitiva es miedo: el que él tiene y el mismo que él produce. Entonces, ¿para qué sirve un papá? Es importante definir que claro que sirve, aun más, que se necesita. Pero no para que los niños y las niñas tengan ‘dos mamás’ que pareciera es el papel más fácil que están desempeñando ahora los hombres cuando se sienten perdidos y no encuentran otra forma de ser papás. Optan por ‘entrar’ a casa a jugar igual rol que la madre: complacer, seducir, dar gusto, evitar frustraciones, sobreproteger, cuidar en exceso. Por lo tanto abundan niños y niñas perdidos en un océano de gusto y complacencia cuyos progenitores se los están ‘tirando’ literalmente. (Y aquí entre nos, no hay espectáculo más deprimente que un papá ‘asustado’ ante su hijito ‘tirano’ de cuatro años…) Otra manera de ‘existir’ para este hombre extraviado es el desenfreno exterior: huye de la casa porque se siente ‘fuera de lugar’. Por lo tanto es necesario recuperar poder en escenarios donde la mujer todavía no lo tiene (fútbol, política) y éstos parecieran ser su baluarte defensivo. Allí se refugia. Pero sí se requiere de un padre. Un papá que exista, que haga presencia, que signifique. Que construya vínculos con sus hijos desde el respeto y la aceptación de ellos tal cual son. Que no vomite sus limitaciones descalificándolos, “no sos capaz”, o creyendo que la única hombría posible es la del macho. Este papá requiere urgente construcción. Mejor dicho, nuestros varones necesitan una reingienería que se acople con los cambios del mundo de hoy. No necesitamos más una sociedad donde uno mande y otro obedezca. Necesitamos socios de la misma sociedad. Y si se cree que es el tiempo de las mujeres, con absoluta seguridad, que no queremos construir ‘aplastando’ hombres. No más sociedades desiguales. Aprendimos. Papás, necesitamos que se encuentren. ¿Conocen el camino?

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