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La oveja negra

Me imagino que su Navidad ya está lista. La decoración terminada y...

17 de diciembre de 2013 Por: Gloria H.

Me imagino que su Navidad ya está lista. La decoración terminada y su casa brilla como un palacio con todos los ‘juguetes’. Árbol, luces, adornos y pesebre. Todo en regla. En el pesebre, claro, José, María, los pastores, el buey y la burra, las ovejas y todos aquellos elementos ‘extras’ que su imaginación, su bolsillo y sus hijos hayan aceptado. Incluido el papel de aluminio que semeja la caída del agua, no pueden faltar las casitas, el rancho de paja… en fin, todo lo que ‘caracteriza’ un pesebre. Sin embargo, vale la pena preguntar si en ese decorado hay lugar para una oveja negra. Sí, para una oveja negra. Como dice Gonzalo Gallo, a muy pocos se les ocurre colocarla, pero si vamos a ser exactos con el significado de un pesebre, con el sentido de la celebración del nacimiento del niño Jesús, en un pesebre nunca debería faltar una oveja negra precisamente por el simbolismo que representa.Las ovejas negras, es decir, los excluidos, los diferentes, los que ponen pereque, los que no nos gustan, los que se salen del libreto, los que no nos llevan la idea, los que hacen estupideces, los que (creemos) no aprenden, los que nos la tienen montada, los que hacen bulling, los ladrones, el violador y el asesino, los Nule al igual que los de Interbolsa, el que usted haya considerado indeseable, cualquiera que lleve el inri de ‘oveja negra’ debería estar cerca del símbolo del cristianismo porque para Dios no cuentan solo los ‘buenos’. Precisamente, el que más cerca debería estar es el excluido, la oveja negra, el descarriado. El que dijo “síganme los buenos” fue el Chapulín Colorado no Cristo. El verdadero sentido de la tolerancia, de la paz y claro de un nivel de conciencia que evoluciona, es darle a cada quien su lugar. Y sin ovejas descarriadas u ovejas negras no se podrían vivir procesos de tolerancia. A eso fue que vinimos, a aprender, a ‘pulirnos’ y los que nos tallan son los ‘maestros’ que nos enseñan a crecer, es decir todas las ‘ovejas negras’ con las que a diario nos cruzamos. El pesebre como símbolo de un nuevo nacimiento, de un renacer espiritual, es el lugar perfecto para ubicar las ovejas negras y mejor si tienen nombre propio porque de esa manera vivimos internamente el proceso de tolerancia y si cabe también, el del perdón. En especial en términos de familia, la ‘oveja negra’ es la que se sale del redil, la que avergüenza o escandaliza a los de su propia sangre, la que casi que hay que esconder por los líos que genera. Por lo general siempre hay un ‘chivo expiatorio’ algo así como un ‘tarro de basura’ humano que recoge todo la frustración y pendientes del alma familiar y viene a la vida a sentarse en esa silla tenebrosa de ‘oveja negra’. En términos psicológicos una ‘oveja negra’ familiar puede estar ‘ayudando’ a toda la familia a tener una mejor vida mientras que él o ella asumen el papel de ‘malo del paseo’. El mito de la familia perfecta o de la madre o padre perfectos, debemos empezar a desmontarlo para encontrar organizaciones humanas sujetas a pendientes y circunstancias no siempre son ejemplarizantes. Pero hay que aprender a vivir con ellas. Reflexionar sobre el papel de la ‘oveja negra’ y simbólicamente colocarlo en el pesebre, es un buen ejercicio de reparación y conciencia. Para esta Navidad su oveja negra le recordará que manejar la diferencia es también un proceso espiritual. Además, ¿qué tal que usted sea la ‘oveja negra’ en otro pesebre? ¿Cómo le gustaría que lo ubicaran: cerca o lejos del nacimiento?

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