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En Cali estamos mamados

La basura se acumula en diferentes puntos de la ciudad. Los escándalos por la corrupción en la contratación han sido el pan nuestro de cada día.

25 de enero de 2023 Por: Gabriel Velasco

La desfavorabilidad del Alcalde de Cali no afloja. A un año de culminar su mandato hemos visto cómo la inseguridad ha aumentado, y ni qué decir del atraco callejero, o de una ciudad donde ya uno no se siente seguro al transitarla y menos al caminarla. El sistema de transporte masivo está quebrado, ya ni se ven los buses por la ciudad y, en el entretanto, la piratería crece sin control alguno por parte de la administración. Todavía vemos el efecto postbloqueos, donde hay estaciones del MÍO sin reparar y semáforos sin funcionar. La basura se acumula en diferentes puntos de la ciudad. Los escándalos por la corrupción en la contratación han sido el pan nuestro de cada día.

Espero no estar equivocado, pero la mayoría de los caleños estamos contando los días para que sea 31 de diciembre de 2023 y el señor alcalde termine su periodo. Cali ha estado al garete, Cali no ha sido gobernada, y el alcalde Ospina nos va a entregar una ciudad acabada, cabizbaja, triste y con la autoestima en el piso.

Para rematar, ahora el alcalde pretende legalizar los piques clandestinos. Hace unos días anunció que estaba pensando crear espacios en la ciudad o en la periferia para permitir actividades como motocross, piques y ‘stunts’, que es cuando la moto se anda en una rueda y se hacen otras acrobacias.

Los piques y sus derivados se han convertido en un problema serio en la ciudad. Son foco de posibles accidentes por el manejo irresponsable; generan aglomeraciones e impiden el tránsito de los ciudadanos; afectan la convivencia ciudadana y se prestan para que, en algunos casos, se generen actos delictivos.

Es inaudito que el Alcalde, en vez de retomar el orden y la seguridad en la ciudad, lo que busca es regularizar a quienes actúan por fuera de la institucionalidad y del marco legal. Lo complejo es que esto, aunque parece traído de los cabellos y debería sorprendernos a todos, no lo hace, pues así es el actuar normal del alcalde. Qué puede sorprendernos, si lo habitual es que el alcalde no gobierne; que el alcalde sea permisivo, como lo fue en el paro, con los bloqueos; que el alcalde, en vez de resolver los problemas, los vuelva parte de la realidad cotidiana, como lo expresé al principio de este escrito, con lo que viene sucediendo con la seguridad, con la permisividad con la piratería, con las basuras y con los destrozos que le propinaron a la ciudad, que aún no ha sido recuperada.

En Cali parece que no hay Dios ni ley; o, más bien, parece que hay personas a quienes les interesa que la ciudad sea un caos y que no tengamos orden ni autoridad.

Me da vergüenza ser tan poco creativo y no poder encontrar una palabra que exprese mejor nuestro sentir, pero los caleños estamos mamados.
Estamos cansados del desgobierno, del desinterés de la administración por los problemas que de verdad nos afectan, estamos cansados de ver cómo se despilfarran y se pierden los recursos, estamos hartos de ver cómo el miedo se apodera de las calles.

Al alcalde Ospina le quedan 11 meses de ‘gobierno’ y en octubre podremos pensar en un nuevo rumbo para la ciudad. Esperemos que los egos no nos jueguen una mala pasada y podamos llegar unidos, con un solo candidato que pueda enderezarle el camino a nuestra Cali del alma.

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