La última encuesta
Fueron 1008 los encuestados, un número bajo, pero aceptable. Lo preocupante es que, de esos, solo 436 personas respondieron la pregunta de votación.
Las encuestas de opinión son de gran utilidad para tomar el pulso a las sociedades. En Colombia hay firmas encuestadoras de trayectoria y quienes las dirijen son gente seria, que genuinamente buscan acertar. El problema está en el rigor de algunas encuestas, la lectura de las mismas, la manera como se divulgan y las emociones que despiertan. Me referiré, a manera de ejemplo, a la última encuesta de Invamer, que genera inquietud.
Los resultados del sondeo en mención indican que si las elecciones para presidente fueran hoy, Gustavo Petro obtendría el 38,3 por ciento de los votos, seguido por Sergio Fajardo con 15,9 por ciento y Marta Lucía Ramirez con el 11,8 por ciento. Y que de llegar a segunda vuelta Petro y Fajardo, el primero obtendría el 52,8 por ciento de los votos mientras el segundo 42,3 por ciento. En el caso de los demás, esa diferencia es mayor.
No demoró Petro en trinar diciendo: “Este es el susto de los corruptos. Tanto en primera como en segunda vuelta ganamos. Adelante con el Pacto Histórico”. Y sí, causa susto, no entre los corruptos, sino entre quienes vemos en él una amenaza para el país: para la democracia y sus instituciones, la libertad, la propiedad privada y el modelo económico; para la confianza inversionista, la seguridad y la legalidad, y el bienestar de la población.
Es cuando vale la pena revisar la ficha técnica de la encuesta, que viene en letra chiquita. Fueron 1008 los encuestados, un número bajo, pero aceptable. Lo preocupante es que, de esos, solo 436 personas respondieron la pregunta de votación. Una muestra ínfima para 48 municipios encuestados, grandes y pequeños, independiente de la ponderación. Para probar una sopa no hay que tomársela toda, pero si una cucharada representativa.
Pasemos ahora al margen de error. Para Bogotá es +/- 7,39 por ciento, Norte-Caribe +/- 6,8 por ciento, Centro-Oriental +/- 6,33 por ciento, Antioquia-Eje Cafetero +/- 7,07 por ciento, y el Sur-Occidente +/- 7,07 por ciento. Es decir, un margen de error grande, hacia arriba o hacia abajo, en cualquier respuesta. Es decir, donde aparece Petro con 38,3 por ciento podría ser 31 por ciento y el 15,9 por ciento de Fajardo podría ser 22,9 por ciento.
La duda sobre qué tan representativa es la encuesta y el efecto del margen de error, no pretende tapar el sol con las manos. Petro cuenta hoy con la mayor intención de voto y con excepción de unos pocos, los otros aspirantes no tienen nada que hacer. Y sí, la pelea va a ser dura, pues el candidato de izquierda ya se hizo contar y más de uno, milenial o adulto, rico o pobre, por desconcierto o confusión, pareciera dispuesto a votar por él.
Pero amerita reflexión el que se permita hacer encuestas de cobertura nacional con una muestra tan baja, y se pretenda sacar conclusiones con una intención de voto de 436 personas y un márgen de error tan amplio.
Más cuando la propia ficha técnica dice que solo se supervisaron (la confirmación de la realización del sondeo con el encuestado) el 10 por ciento de las encuestas. Con todo respeto por Invamer, podría hacerlo mejor.
El rigor de las encuestas es clave, porque además de reflejar el estado de la opinión en un momento específico, genera efectos, racionales y emotivos, en especial en política. Con esta, los petristas están felices y el resto angustiado. Y más de un desubicado, con tal de sentirse ganador o por la burocracia y los contratos, allá llegará, motivado por un sondeo poco representativo y divulgado como si fuese la verdad revelada.
Bienvenidas las encuestas, pero responsables, no sea que contribuyan a inducir al país al precipicio.
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