Fórmula 1, E, autónoma

Durante casi tres décadas he seguido con fidelidad los programas radiales de la BBC de Londres. Su enfoque global, sus reportajes cuidadosamente construidos y la calidad de sus documentales, han sido, para mí, una ventana privilegiada para comprender el mundo desde una perspectiva más amplia y menos parroquial que la que ofrece la radio convencional. Esta semana, uno de esos espacios volvió a sorprenderme: una entrevista con un directivo de las carreras de vehículos autónomos que actualmente se desarrollan en Abu Dhabi. Lo que escuché no solo amplió mis horizontes, sino que también me reveló hasta qué punto la inteligencia artificial está remodelando incluso los terrenos más inesperados, como el del deporte a motor.

El emirato ha convertido la tecnología —y especialmente la inteligencia artificial— en uno de los ejes centrales de su estrategia de desarrollo. No se trata únicamente de promover startups o incubadoras de innovación, sino de posicionarse como un laboratorio global donde se prueban y exhiben los avances que marcarán el futuro. En ese contexto, Abu Dhabi decidió crear una liga de carreras de carros autónomos: competiciones en las que los vehículos alcanzan velocidades que superan los 100 kilómetros por hora sin necesidad de un conductor humano.

Para entender la magnitud de este salto, conviene mirar el camino que ha recorrido el automovilismo. Durante décadas, la Fórmula 1 ha sido la máxima expresión de velocidad, precisión humana y sofisticación mecánica. Sus pilotos, verdaderos atletas del volante, han elevado su destreza y resistencia a niveles extraordinarios, convirtiendo cada carrera en un espectáculo donde el límite entre la genialidad y el riesgo extremo es parte esencial del atractivo.

Con el tiempo surgió la Fórmula E, una categoría que incorporó valores distintos: sostenibilidad, innovación en eficiencia energética y compromiso con un futuro de movilidad eléctrica. Esta evolución demostró que la competición puede ser también un laboratorio para impulsar cambios ambientales y sociales sin sacrificar emoción.

Hoy, las carreras de vehículos autónomos representan un nuevo capítulo. En ellas, el protagonismo pasa de las manos humanas al cerebro digital de los algoritmos. La inteligencia artificial no solo decide la estrategia, sino que controla cada movimiento del automóvil, desde la aceleración y el frenado hasta las maniobras de adelantamiento. Para sus promotores, esta disciplina no busca únicamente entretener, sino generar confianza en un futuro donde los carros autónomos circulen de manera habitual por las vías públicas.

El directivo entrevistado insistió en este punto: la gente debe sentirse segura al imaginar un automóvil sin conductor transportando a sus familias. Ver estas máquinas competir, tomar decisiones en fracciones de segundo y responder a situaciones complejas puede ayudar a construir esa confianza colectiva que será indispensable cuando los vehículos autónomos se integren plenamente a la vida cotidiana.

La liga en Abu Dhabi ya cuenta con equipos de Alemania, Italia, China, Estados Unidos, Francia, Japón y Singapur, reflejando un interés global. Además, el emirato impulsa otras disciplinas futuristas: carreras de vehículos autónomos en el desierto, competiciones de drones y eventos donde la tecnología es el eje del espectáculo. Es, en definitiva, un laboratorio deportivo donde el futuro parece haberse adelantado unos cuantos años.