Cop26- tranquilos
También, como siempre, se generará una campaña de terrorismo que utilizarán los gobiernos para cobrar más impuestos e incrementar los multibillonarios subsidios que reciben las empresas que se enriquecen con el fabuloso negocio generado alrededor de este cuento.
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2 de nov de 2021, 11:50 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:27 a. m.
Acaba de iniciar en Escocia la 26ª ‘Conferencia de las Partes’ (COP26), de los países miembros de la Convención Marco del Cambio Climático de la ONU (Unfccc). Como en las 25 anteriores, se usará la oportunidad para darle resonancia a los terroríficos informes producidos por el Ipccc, el tenebroso organismo de la ONU (valga la redundancia) que busca demostrar los efectos del CO2 generado por la actividad humana sobre el calentamiento global (AGW, por sus siglas en inglés).
Los resultados de esta versión son predecibles. Habrá mucho crujir y rechinar de dientes, numerosos vaticinios de horribles catástrofes, y muchos compromisos contra la emisión de CO2 que los países ricos no cumplirán, porque claramente van contra sus intereses, y que unos pocos países pobres, con grave costo para sus ciudadanos, tratarán de cumplir, porque son ilusos y creen que los ricos los aplaudirán por ello.
También, como siempre, se generará una campaña de terrorismo que utilizarán los gobiernos para cobrar más impuestos e incrementar los multibillonarios subsidios que reciben las empresas que se enriquecen con el fabuloso negocio generado alrededor de este cuento. Y se declarará, una vez más, que el villano a combatir es el CO2.
Este villano es, de hecho, un gas esencial para la vida, generado en toda la naturaleza, particularmente por los océanos. Actualmente, constituye el 0,04% de la atmósfera y el 6% de los gases llamados ‘de efecto invernadero’ (el vapor de agua es el 90%). Se estima que el consumo de combustibles fósiles aporta aproximadamente un 5% de este gas, o sea 0,002% de la atmósfera. Como el cuento es que un ligero aumento en esa concentración determinará el futuro de la humanidad, dará mayor claridad recordar un par de hechos sobre su relación con el cambio de la temperatura mundial.
Desde 1850 a 2017, la concentración de CO2 subió continuamente, desde un 0,028% de la atmósfera hasta el actual 0,04%. Durante el mismo lapso, la temperatura promedio del mundo subió 0,8 grados, pero no continuamente, como el CO2, sino alternando períodos de aumento con períodos de caída, pues subió 0,6 grados de 1850 a 1940, bajó 0,2 grados de 1940 a 1970, y subió 0,4 grados de 1970 a 1997. Durante los veinte años que siguieron a 1997 se mantuvo estable, a pesar de que la humanidad produjo en este último lapso el 35% de todo el CO2 que ha generado en su existencia. Claramente, estos datos no respaldan el cuento de que el aumento en CO2 lleva directamente a un aumento de la temperatura.
El segundo hecho es que está demostrado que los aumentos de concentración de CO2 no anteceden a los aumentos de la temperatura sino que los siguen. De hecho, datos para 420.000 años obtenidos en la estación Vostok, en la Antártida, muestran que los aumentos de temperatura preceden a los de CO2 en entre 500 y 1000 años. No es extraño, por eso, el aumento actual en la concentración de CO2, dado que el Período Caliente Medioeval (MWP), cuando la temperatura fue muy superior a la actual, tuvo lugar entre 1000 y 1400 d.C.
Todos debemos cuidar el medio ambiente, porque en él vivimos, pero el cuento de las COP es político. Conociendo estos y muchos otros hechos similares, siempre que oigo las letanías de terror de los apóstoles del AGW ineludiblemente acabo repitiendo, como el criado a su patrón en la comedia El Mentiroso: “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.
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