País de arrechos

Hay de dónde escoger, entre los arrechos con carácter y principios, que a veces nos incomodan con su dureza, pero sabemos a qué atenernos con ellos, o los arrechos con minúscula, como tantos dictadores de América Latina...

GoogleSiga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

3 de jun de 2022, 11:45 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:43 p. m.

Todo empezó con el propósito de hacerle a Rodolfo Hernández una lista de los ‘santanderismos’, expresiones costumbristas de su tierra que puedan ser malinterpretados por sus peligrosos contendores políticos y en estas tres semanas cualquier error sería muy costoso.

Decir que prefiere las ‘culonas’ a cualquiera otra tentación, sería usada por su perverso rival como misoginia o cosificación de la mujer y no aceptará que se refiere a las deliciosas hormigas que enloquecen a los santandereanos.

Capítulo aparte tendría la palabra ‘pingo’, expresión fuerte pero amigable para decirle a alguien que le falta malicia indígena. En femenino, tiene otra acepción relativa al aparato reproductor masculino, así que a cuidarse de decir ‘mucha pinga’ a una ingenua, pues Petro dirá que el ingeniero es un viejo verde y corrompido.

Pero tal vez la expresión local más compleja es ‘arrecho’. Mientras para los santandereanos hace referencia a una persona de carácter, con temperamento fuerte, muchas veces bravo, para el resto del país la arrechera tiene relación con la excitación sexual y se ha ido haciendo extensiva a esas ansias intensas que algunos tienen en su interior por conquistar personas o bienes materiales. “Se mantiene arrecho por conseguir billete” dicen de los avaros y de los corruptos.

He comprendido entonces que en Colombia hay varios tipos de arrechos; unos así, con mayúscula, como Rodolfo Hernández que tienen el carácter y la fortaleza de espíritu para desafiar la política tradicional, para buscar el cambio sin saltar al vacío, para darle altura a la gestión pública con profundo contenido social. Y hay arrechos con minúscula, ansiosos por conquistar el poder para permanecer en él indefinidamente; para darle paso a su resentimiento y a la lucha de clases, arrastrando con esta la inversión privada, generando inestabilidad y pobreza; favoreciendo grupos de parlamentarios reconocidos por su avaricia insaciable; en síntesis, arrechos por el poder para darle rienda suelta a sus ambiciones personales.

Hay de dónde escoger, entre los arrechos con carácter y principios, que a veces nos incomodan con su dureza, pero sabemos a qué atenernos con ellos, o los arrechos con minúscula, como tantos dictadores de América Latina que corrompieron los regímenes para sostenerse en el poder y empobrecieron al pueblo por la falta de oportunidades, pero viven como reyes con su cenáculo de forajidos en palacio. No es difícil escoger. Ni pingos que fuéramos.

Regístrate gratis al boletín de noticias El País

Descarga la APP ElPaís.com.co:
Semana Noticias Google PlaySemana Noticias Apple Store

AHORA EN Eduardo Jose Victoria Ruiz