Los nuevos osos

¿En qué momento los temores frente a un posible gobierno de Petro se desvirtuaron? ¿No era cierto entonces el temor a su carácter habilidoso y soberbio?

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1 de jul de 2022, 11:45 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:47 p. m.

Hace varios años trabajé en una empresa en Bogotá donde la gerente financiera era tan eficiente como dura de carácter. Ella tenía una frase: “Si en una empresa vamos a jugar a los ositos cariñositos, el fracaso será inevitable”. Se refería a que si por “hacernos pasito” no vamos a tener franqueza en la búsqueda de objetivos, en el seguimiento a las metas, en decirnos la verdad para corregir el camino, el destino nos llevaría a un desastroso final.

Yo creo firmemente en las buenas maneras, en el clima laboral, en el respeto, pero siempre girando alrededor de la verdad y al diálogo constructivo, atendiendo críticas y recomendaciones, muchas veces tragando sapos, pero es indispensable atender a quienes no están de acuerdo con nosotros, para crecer alrededor del disenso y edificar con base en las diferencias. Y precisamente ese ambiente de ‘osos cariñosos’ que he visto estas últimas semanas me tiene asustado.

¿En qué momento los temores frente a un posible gobierno de Petro se desvirtuaron? ¿No era cierto entonces el temor a su carácter habilidoso y soberbio? ¿Desde cuándo su criticado sanedrín está constituido por lo más puro y respetable de las prácticas políticas? ¿Es suficiente ganar para borrar barreras ideológicas y semáforos en rojo sobre temas trascendentales de la economía?

Preciso que tengo indiscutible interés en que a este gobierno le vaya bien. Todos necesitamos que así sea, pero me preocupa que en medio del alborozo por el triunfo y la fascinación que genera el poder, todos quieren montarse al colectivo gobiernista, concertar participaciones burocráticas y adhesiones a los proyectos que presentará el nuevo gobierno y veo diluidas las voces de sensatez y reflexión que estarán dispuestas a hablarle claro al mandatario y a sus ministros. Nada más peligroso que el totalitarismo que se puede dar.

Se dirá que Petro está dando pasos serenos y democráticos para construir el acuerdo nacional. Aplausos siempre que sea sincero y no tenga la piel de oveja para atraer incautos y hambrientos a sus fauces voraces. Pasamos de la sensación de asco a la campaña electoral a la de asombro al ver la fila india de antiguos contradictores que están pasando por el besamanos presidencial. Entre los de mis afectos, me duele la prisa de Rodolfo y del conservatismo en arrodillarse.

Que el cambio sea real, que no pasemos de la sofisticada mermelada inglesa de ‘berries’ de Santos, a la de naranja, infaltable para Duque en los desayunos de Washington, a una de icacos y borojó. Todas son mermeladas y todas son peligrosamente adictivas.

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