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La marcha y la mancha

Cuántas veces quisiéramos que no se cumplieran los presentimientos, como los expresados en mi columna anterior sobre la marcha.

22 de noviembre de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Cuántas veces quisiéramos que no se cumplieran los presentimientos, como los expresados en mi columna anterior sobre la marcha. Lamentablemente la violencia superó el objetivo de ésta y las lecciones y sensaciones finales fueron muy duras.

Mi vivencia: fui a trabajar temprano en la mañana y me inquietó cómo la llamada ‘Portada al mar’ dejó de ser un sitio, para convertirse en un gran sector de bloqueos y limitación de la movilidad ciudadana. Recordé a Chile, donde la salida pronta del Ejército a las calles exacerbó los ánimos de los manifestantes y fue gasolina en las llamas. Seguramente eso pensaron nuestras autoridades y esperaron el correr de las horas.

A medio día, se presentaron barricadas en lugares como el Gato de Tejada y muchos más sitios. Vi vecinos enfrentando a los ‘bloqueadores’.

Con el transcurso de la tarde, las redes se llenaron de videos aterradores de asonadas y vandalismo impensables en nuestra ciudad. Con el anuncio del toque de queda, necesario sin duda, los trabajadores regresaban presurosos caminando a sus casas, en medio de una Cali sucia y llena de piedras, sacos de arena, troncos y desechos. El helicóptero volaba bajo y amenazante y sus villancicos del año anterior fueron reemplazados por el ulular de la sirena. Cali parecía una ciudad en guerra.

Las agresiones de vándalos contra condominios, comercio y personas, compartidas y a veces exageradas en las redes, hizo que el miedo fuera colectivo. Los vecinos nos agrupamos para hacernos por primera vez preguntas como quién tiene armas, quién puertas blindadas, diseño de protocolos frente a un delito nuevo contra las zonas residenciales: el vandalismo y la agresión de bandas.

Muchas preguntas: ¿Por qué pasó en una ciudad incluyente como Cali? ¿En la de la gran inversión en educación en sectores populares, en la cada vez más afrocultural del Petronio Álvarez y en la misma en la que los nuevos barrios del Oriente están mejor trazados y mantenidos que la de los sectores tradicionales?

Sin duda, como en toda América Latina, hay mucha desigualdad pero también hay gran preocupación y gestión para solucionar las necesidades básicas de la población. ¿De dónde salió tanto resentimiento y agresividad? Es un debate inaplazable, sin politiquería ni personalismos, solo para hacer de esta la ciudad maravillosa que amamos.

AHORA EN Eduardo Jose Victoria Ruiz