Columnista
Dios creó a la mujer y dijo: “Ahí queda eso”
La Biblia ya condenaba a Eva por su pecado original (original lo de la manzana) y a todas las mujeres a parir con dolor...
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7 de oct de 2025, 02:18 a. m.
Actualizado el 7 de oct de 2025, 02:18 a. m.
Las cifras de feminicidios suben en Colombia. No tienen nombre propio, nadie habla de los huérfanos, la desolación ni las vidas truncadas; son simples estadísticas. El 97 % se queda eternamente en un limbo judicial, los departamentos con más víctimas son Antioquia, Bogotá DC y Valle del Cauca, y las zonas rurales que no cuentan “con equipos especializados que puedan identificar con rapidez los elementos que configuran un feminicidio”( les importan un culo).
Este año ya vamos en un aumento del 50 % o sea, más mujeres asesinadas, tiradas por los balcones, apuñaleadas, ahorcadas, baleadas y golpeadas hasta morir en manos de sus maridos, novios, amantes y familiares.
En Colombia este fenómeno viene arraigado desde la colonia, así como existía el ‘derecho a pernada’ existía la pena capital, la cárcel o el asesinato ‘en ira e intenso dolor’ del supuesto cornudo de turno, fuera real o imaginario.
Viene de atrás, desde antes de Cristo, la culpa no fue de Eva, sino de Pandora, la que abrió la caja prohibida y se armó el despelote total. Ya Platón decía que “la mujer debe administrar bien la casa y ser obediente al marido”. Y Sócrates no se quedó atrás, cuando estaba disfrutando estoicamente su envenenamiento y su mujer se puso a llorar a gritos, ordenó perentoriamente que se la llevaran y encerraran en su casa.
La Biblia ya condenaba a Eva por su pecado original (original lo de la manzana) y a todas las mujeres a parir con dolor (menos mal alguien inventó la anestesia). Santo Tomás afirmó sin ruborizarse que “la mujer era algo imperfecto, ocasional, destinada a procrear”.
La religión católica consideró siempre a la mujer como algo pecaminoso que debe renunciar a su cuerpo y se inventa La Virgen como símbolo neutral, subordinada, abnegada, casta, sacrificada y sierva de Dios. La mujer como tal no existe. Traigo a colación el Concilio Vaticano II en el que admitieron algunas mujeres. Los obispos pusieron el grito en el cielo y rehusaron juntarse con ellas; tuvieron que inventarse dos salas de cafetería.
El budismo no se queda atrás. Las monjas son consideradas inferiores a los monjes, se les impide viajar solas y las miran con cierta suspicacia y desconfianza. En el hinduismo la mujer es ritualmente inferior al hombre y debe pagar buena dote para casarse. Es permitido ‘comprar’ mujeres a precios baratos, a veces menores de los que cuesta una vaca. Por eso no dicen ni múuuu.
El machismo seguirá existiendo, la mujer seguirá siendo ese ‘oscuro objeto del deseo’ y, a pesar de todos los logros, de los ‘me too’ seguirán las brechas económicas, intelectuales, legislativas y anatómicas.
Personalmente, fui ‘castigada’ por decir lo menos, en varias ocasiones y en varias relaciones afectivas, por mi independencia y forma de pensar y actuar. No me arrepiento de nada, pero fue alto el costo de mi libertad. Valió la pena, paz interior y el derecho a ser yo.

Periodista. Directora de Colcultura y autora de dos libros. Escribe para El País desde 1964 no sólo como columnista, también es colaboradora esporádica con reportajes, crónicas.
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