Los ‘vices’ salen caros

¿Se imagina tener a su lado a una persona cuya principal función es esperar a que a usted le ocurra algo para reemplazarlo? Ese es el caso de los vicepresidentes y por eso es que esa figura es problemática ‘per se’.

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23 de jul de 2020, 11:55 p. m.

Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:30 a. m.

¿Se imagina tener a su lado a una persona cuya principal función es esperar a que a usted le ocurra algo para reemplazarlo? Ese es el caso de los vicepresidentes y por eso es que esa figura es problemática ‘per se’.

Esa dignidad la incluyeron, con una buena dosis de romanticismo y muy poco pragmatismo, los asambleístas en la Constitución del 91.

El argumento para crear la vicepresidencia fue que la persona llamada a reemplazar al Presidente, en caso de ausencia temporal o definitiva, debía tener la misma legitimidad del Mandatario y ser elegido por el pueblo.

Hasta el año 91 la persona que reemplazaba al Presidente era el designado que era elegido por el Congreso, o sea que indirectamente también tenía origen popular. El designado no devengaba sueldo, no tenía escoltas ni oficinas, mejor dicho, no le costaba un peso al erario público. El personaje elegido desempeñaba otras funciones que no tenían que ver con la designatura, con lo cual su deseo y sus posibilidades de reemplazar al Presidente eran muy remotos.

La figura vicepresidencial funciona bien en democracias sólidas como Estados Unidos. Allá casi todos los ‘vice’ tienen anhelos presidenciales, pero en el siguiente período, y saben que entre más leales le sean a su jefe, más posibilidades tienen de reemplazarlo.

Aquí hemos tenido ocho vicepresidentes desde que se instauró la figura. La cosa comenzó mal porque el primero de ellos, Humberto de la Calle, renunció cuando se conoció el ingreso de dineros del Cartel de Cali a la campaña de Ernesto Samper. Lo reemplazó Carlos Lemos, que en compensación por habérsele medido a ese chicharrón, que nadie quería, recibió una palomita presidencial, gracias a la cual hoy la viuda de Lemos disfruta de una suculenta pensión.

Luego vino Gustavo Bell, un académico sin ambiciones políticas que ni le sumó ni le restó a Andrés Pastrana. Durante los ocho años de Uribe, el vice fue Pacho Santos, que no constituía ninguna amenaza para el Gobernante.

Juan Manuel Santos tuvo dos vices: Angelino Garzón, que según los amigos de Santos se dedicó a hacerle oposición al Presidente desde ese cargo y por eso lo descabezaron para el segundo período. Lo reemplazó Germán Vargas Lleras, que entendió que si lo hacía bien, tendría altas posibilidades de sustituir al Presidente. Y lo hizo bien, encargándose del tema de la infraestructura y de la construcción de vivienda social, pero su poca empatía con el pueblo dio al traste con sus aspiraciones.

Y llegó Iván Duque, quien, en una negociación política, escogió a Marta Lucía Ramírez como fórmula.

A mí me da la impresión que Marta Lucía siente que tiene más experiencia y más conocimiento para desempeñar la Presidencia. Y en el entorno de Duque creo que algunos comparten esa percepción.

Pero de ahí a atreverse a pensar que Marta Lucía difundió la grabación en la que Duque le dice “vieja” a Aída Avella para hacer quedar mal al Presidente, sí hay mucho trecho. La vice es un ser decente y por muchas diferencias que tenga con Duque, jamás haría una jugada tan sucia.

De todas formas, me parece que a la hora del balance es más lo que los vices les han restado a los presidentes, que lo que han aportado. Con lo cual considero que no sería mala idea repensar la Vicepresidencia y retornar a la discreta e inofensiva figura del designado.

Sigue en Twitter @dimartillo

El único oficio que Diego Martínez ha desempeñado y desempeñará es el de periodista. Reportero desde 1984 y columnista desde 1995, fue fundador del programa radial Oye Cali, colaborador de El País de Madrid y miembro del jurado del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar. Lideró el equipo que obtuvo ese galardón en el 2008, en la categoría mejor cubrimiento de una noticia. En el 2011, obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar al periodista del año.

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