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La malicia indígena

El adjetivo ‘vivo’, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua equivale a “sutil e ingenioso”, en nuestro país se volvió sinónimo de tramposo. ¿Se acuerdan de la campaña del vivo bobo?

21 de junio de 2018 Por: Diego Martínez Lloreda

“Esos son casos aislados, la mayoría de los colombianos nos portamos bien”.

Esa es la reacción que más de un fariseo criollo ha tenido al enterarse de la ‘hazaña’, transmitida en vivo y en directo, de un compatriota que se las ‘ingenió’ para meter aguardiente a un estadio ruso, usando para ello unos binoculares.

Pues me muero de la pena, pero esos no son casos aislados. Puede que no todos los colombianos metamos trago de contrabando a un estadio, pero el punto es que ese tipo de conductas no son mal vistas en nuestro país.

Al contrario. Aquí se acuñó el concepto de ‘malicia indígena’ para hacerle una apología a la trampa, al engaño y al atajo. En nuestro país el que acata las normas es un pendejo o un nerd. Y el que las elude, un ‘vivo’.

El adjetivo ‘vivo’, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua equivale a “sutil e ingenioso”, en nuestro país se volvió sinónimo de tramposo. ¿Se acuerdan de la campaña del vivo bobo?

De acuerdo a nuestros códigos, la introducción clandestina de licor a ese estadio puede ser considerada un acto de viveza. Es muy diciente que los autores del hecho no se limitaron a perpetrar esa ‘hazaña’ sino que, para que la gente se enterara de lo ‘vivos’ que eran, decidieron colgar su ‘proeza’ en las redes sociales.

La única forma de acabar con ese cuento de la ‘malicia indígena’, es a través de una rotunda sanción social a ese tipo de comportamientos.

Por eso aplaudo la decisión de la empresa Avianca de despedir al ejecutivo que incurrió en esa falta. No importa si él introdujo el trago o no. El hecho es que avaló esa conducta, celebrando con los que la cometieron.

No comparto la posición de quienes dicen que Avianca no debió proceder de esa manera porque su trabajador estaba de vacaciones y no cometió la falta en horas laborales ni en las instalaciones de la empresa.
Un directivo de una empresa carga con esa investidura las 24 horas del día y donde se encuentre. Y está obligado a comportarse de acuerdo a los principios de esa empresa siempre.

De nada sirve que alguien sea un gentleman en su oficina si cuando sale de la misma es un tramposo y un patán. Igual queda pésimo él y hace quedar por el piso a la compañía para la cual trabaja.

Es hora de que los colombianos entendamos que ser tramposo o engañar a alguien no tiene ninguna gracia. Y que el ingenio que alguien posee no se puede utilizar con esos propósitos.

Debe quedarnos claro, asimismo, que quien procede de esa forma no es un berraco sino un sinvergüenza.

Tampoco me parece que minimicen esa falta. En las redes han salido personas a protestar por el escándalo que se ha armado en torno a esa ‘pilatuna’ y a decir que aquí pasan cosas más graves y no se hace el mismo ruido.

Ciertamente en este país ocurren cosas terribles todos los días: Fraudes, robos, asesinatos, peculados, felonías. Y hay que denunciarlos y censurarlos con toda la vehemencia.

Pero ese hábito nacional de saltarnos las normas es la génesis del desorden social que padecemos.

Por eso, bienvenida la ‘escandola’ que se armó por lo ocurrido en Rusia, bienvenida la respuesta firme de Avianca y, sobre todo, bienvenido el escarnio público al que han sido sometidos los ‘vivos’ que hicieron quedar por el piso al país.

Sigue en Twitter @dimartillo

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