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En manos de Roy y de Abadía

El hombre es de un cinismo delirante, por eso está dedicado, con toda desfachatez, a victimizarse. Puede llegar a un 99% de desfavorabilidad que no se le ocurrirá renunciar al cargo,...

20 de octubre de 2022 Por: Diego Martínez Lloreda

Ocho de cada diez caleños desaprueban la gestión de Jorge Iván Ospina. De hecho, entre los alcaldes de las principales capitales del país, Ospina es el peor calificado por sus gobernados.

Así lo reflejan recientes encuestas de percepción ciudadana realizadas por dos de las firmas más reconocidas del país: Invamer y Datexco.

Es decir, en esta ocasión, al contrario de lo ocurrido en su primer gobierno, la corrupción, la falta de autoridad y la mediocridad del gobierno Ospina no están quedando impunes. Al menos están teniendo una contundente sanción social.

No en vano Ospina está escondido entre las cuatro paredes del CAM. No se atreve a salir a ningún lado ni se presenta en ningún acto público porque sabe que lo espera una rechifla estruendosa.

A pesar de ese contundente rechazo y de los groseros escándalos de corrupción que han caracterizado a la actual administración local, mucho me temo que Ospina acabará su período.

El hombre es de un cinismo delirante, por eso está dedicado, con toda desfachatez, a victimizarse. Puede llegar a un 99% de desfavorabilidad que no se le ocurrirá renunciar al cargo, a pesar de que carece de la menor legitimidad para ejercerlo.

Ospina solo dimitiría si le conviene. Y en el único escenario que ello puede ocurrir es que la Fiscalía adelante una investigación rigurosa, que le complique su situación penal. En esa eventualidad, el Alcalde de seguro contemplaría dar un paso al costado, no porque le convenga a la ciudad sino porque le convendría a él: Ospina sabe que es mejor enfrentar un proceso penal sin la visibilidad y la presión que generan ser el Mandatario de Cali.

Pero, a decir verdad, no tengo mucha fe de que ello ocurra. La Fiscalía es un órgano altamente politizado, en el que las presiones políticas pesan mucho más que las pruebas. Y dicen que Roy Barreras, uno de los pocos socios que le quedan a Ospina, tiene mucho poder en ese ente. Y parece que en la Procuraduría acontece algo similar.

Por los lados de la Contraloría General, el contralor Carlos Hernán Rodríguez es muy cercano a Juan Carlos Abadía, otro de los socios que le quedan a Ospina. Rodríguez fue gerente de la campaña que llevó a la Gobernación a Abadía e, incluso, fue, al lado de Juan Carlos Martínez, quien inscribió esa candidatura ante la Registraduría.

Es innegable, entonces la influencia que ejerce Abadía en el Contralor. Sobretodo, porque según se rumora, Abadía fue el padrino de la candidatura de Rodríguez a la Contraloría.

Como quien dice, la suerte de Ospina está en las manos de esas joyas de Roy Barreras y Juan Carlos Abadía. Si yo fuera Ospina no podría dormir.
La buena noticia es que justo en un año los caleños estaremos eligiendo un nuevo Alcalde, con lo cual la horrible noche estará por concluir.

Pueda ser que los caleños hayamos aprendido de la tragedia que nos ha tocado vivir estos años y elijamos como sucesor de Ospina a alguien que tenga sentido de la autoridad y que posea las calidades humanas, éticas y administrativas que debe poseer quien gobierne a esta ciudad.

Mejor dicho, alguien que tenga los atributos de los que carece Ospina y que carezca de la desfachatez, el cinismo y la ineptitud que caracterizan a este funesto personaje.

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