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El tango del Diego

Los argentinos son como los tangos: Trágicos, románticos y, en ocasiones, heroicos. Eso fue la vida de Diego Armando Maradona un gran tango.

26 de noviembre de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Los argentinos son como los tangos: Trágicos, románticos y, en ocasiones, heroicos. Eso fue la vida de Diego Armando Maradona un gran tango, que parecía escrito por Osvaldo Pugliese, por Enrique Santos Discépolo o por el mismísimo Carlos Gardel.

Entre otras cosas, desde hace rato El Diego integra la trilogía de héroes argentinos cuya vida estuvo signada por la tragedia y que completan Evita Perón y Carlos Gardel. En el famoso caminito, en el barrio de la Boca, hay un balcón donde aparecen los tres, versión de cartón piedra, saludando al visitante.

Gardel, que según los argentinos cada día canta mejor, fue el que sacó el tango de los lupanares y lo llevó a los salones de baile. Cómo se sabe, tras deslumbrar con su voz al mundo, falleció en un absurdo accidente aéreo en Medellín, el 24 de junio de 1935. Tenía 45 años.

Eva Duarte, fue una mujer de origen popular, que saltó a la fama cuando se casó con Juan Domingo Perón, quien a los pocos años accedió a la presidencia de Argentina. Y terminó volviéndose más querida e importante que su esposo. Era la mamá de los descamisados. Estando en la cima de su gloria le sobrevino un cáncer que la mató ante los ojos de todo un país que la lloraba conmovido. Murió a los 33 años.

Diego Maradona en los 60 años que vivió se debatió entre la gloria y el infierno. Fue, sin duda el mejor futbolista argentino de todos los tiempos. Era un mago con el balón, dotado de una zurda prodigiosa.

Alcanzó la gloria en el Mundial de 1986. Pero más que por ser fundamental para que su selección alcanzara el título, por lo que hizo en el partido contra Inglaterra.

El arrogante orgullo argentino quedó devastado con la derrota aplastante que los ingleses les propinaron en la guerra de las Malvinas. Y cuatro años después, cuando se disputó aquel partido, la herida seguía abierta.

Y ese día, en esa batalla futbolística, Argentina derrotó a los ingleses, con dos goles de Maradona. El hecho de que la primera anotación fuera hecha con la mano, no le quitó méritos al triunfo. Al contrario, para los argentinos doblegar a los ingleses y además con trampa, le dio más relevancia a la victoria. La mano de Dios bautizaron esa jugada.

Y el segundo gol, calificado como el mejor gol de todos los mundiales, fue una obra de arte. La Capilla Sixtina del fútbol. Diego cogió el balón y recorrió media cancha hasta el arco contrario mientras los ingleses naufragaban sobre el césped del Estadio Azteca, tal como se hundió el crucero Almirante Belgrano, barco insignia de la Armada argentina, impactado por un torpedo de un submarino británico, en el conflicto de las Malvinas.

Al final, con esos goles tan diferentes, una trampa y una genialidad, Argentina venció a Inglaterra. La venganza había sido cobrada y el Napoleón de esa gesta fue Diego Maradona.

Los escándalos que protagonizó el Diego después, la expulsión por doping del mundial de Estados Unidos, su drogadicción, sus pataletas públicas, lejos de restarle méritos, a los ojos de los argentinos, lo engrandecieron.

Lo mostraron como un ser humano de carne y hueso, vulnerable. Lo victimizaron. Y la leyenda del Diego no hizo más que crecer. No se puede decir, como en otros casos, que con la desaparición física del Diego nace la leyenda. La leyenda nació aquel 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca.

Este miércoles simplemente la leyenda se inmortalizó.

Sigue en Twitter @dimartillo

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