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Del chivo al asno

En lo corrupto, autoritario y mesiánico, Maduro se parece mucho al ‘Chivo’ Trujillo. Pero en el manejo económico tiene mucho más de asno que de chivo, como refleja el estado calamitoso en el que ha sumido su país.

10 de enero de 2019 Por: Diego Martínez Lloreda

“Sumergió el país en un estado de pánico donde una muerte podía ser encubierta como ‘accidente’ y cualquier persona sindicada como desafecta al régimen podía ser encarcelada y torturada en una de las cárceles clandestinas destinadas a esa práctica”.

Esta no es una descripción del modus operandi de Nicolás Maduro en Venezuela, sino una referencia de Wikipedia al proceder de Rafael Leonidas Trujillo, conocido como el Chivo, quien manejó, con mano de hierro, a República Dominicana, de 1930 a 1961.

Y es que Maduro, que ayer se posesionó en medio del rechazo de todas las democracias serias -y no tan serias- del mundo para un nuevo período de seis años en la Presidencia, encarna cada vez más el típico tirano bananero que ha reinado en naciones caribeñas y suramericanas.

Como Trujillo, que decidió poner a su nombre todas las empresas estatales para que no se las robaran, Maduro es un personaje entre siniestro y cantinflesco. Siniestro, porque ha perseguido con saña cualquier resquicio de oposición y ha encarcelado o mandado al exilio a sus principales contradictores. Cantinflesco, por amenazas como la que profirió contra los integrantes del llamado grupo de Lima.

Y es que en represalia por la petición que 13 países miembros de ese grupo le hicieron para que no asumiera un nuevo mandato, Maduro les dio 24 horas para retractarse de esa solicitud so pena de aplicar “las más urgentes y crudas medidas diplomáticas” en su contra.

¡Qué susto! Creo que Carlos Holmes Trujillo y sus colegas de los otros 12 países que suscribieron la declaración de Lima no han podido pegar el ojo.

En lo corrupto, autoritario y mesiánico, Maduro se parece mucho al ‘Chivo’ Trujillo. Pero en el manejo económico tiene mucho más de asno que de chivo, como refleja el estado calamitoso en el que ha sumido su país.

Trujillo fue tirano, pero no inepto, y su gobierno trajo bienestar económico a República Dominicana. Decenas de empresas se asentaron en la isla; comenzó el boom turístico que convirtió a Quisqueya en uno de los principales atractivos del Caribe y se hicieron cantidad de obras de infraestructura.

En cambio, Maduro logró la ‘hazaña’ de quebrar al país con las mayores reservas de petróleo del planeta: el año pasado, la inflación en Venezuela fue del 1.000.000 %, la economía se contrajo en un 12 %, las reservas internacionales bajaron de US$8000 millones a US$2800 millones de dólares y, solo en 2017, 700 empresas cerraron.

Si Maduro se sostiene en el poder es, simplemente, porque aplicó la fórmula que le permitió a Fidel Castro perpetuarse en Cuba: corromper al estamento militar, para hacerlo cómplice de la tiranía y para que tenga qué perder en caso de que Maduro se caiga.

El encargado de tener aplacado al generalato es un verdadero Padrino. Pero no Vito Corleone, sino Vladimir Padrino, el ministro de Defensa, verdadero sostén del régimen chavista.

Pero la mermelada solo alcanza para tener contentos a los altos mandos, por lo cual no sería raro que una rebelión de capitanes, tenientes y sargentos, como la que ocurrió en Grecia en los años 70, le ponga fin a ese régimen oprobioso.

Al final, las familias de esos ‘bajos mandos’ sufren las mismas penurias que padece el pueblo venezolano.

Sí, como anunció con la estupidez que lo caracteriza, Maduro se posesionó ayer contra viento y marea.

La pregunta es hasta cuándo seguirá rebuznando el asno chavista.

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