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¿Cuarentena eterna?

Crecen las voces que reclaman ponerle fin al aislamiento que el gobierno impuso el 24 de marzo, para tratar de frenar la expansión del Covid-19 en el país.

14 de mayo de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Crecen las voces que reclaman ponerle fin al aislamiento que el gobierno impuso el 24 de marzo, para tratar de frenar la expansión del Covid-19 en el país.

Los empresarios han sido los primeros en plantear esa petición. En su más reciente columna, Emilio Sardi denunció el costo social de esta cuarentena eterna: “El balance social muestra que el costo social de las medidas que se han impuesto excede su beneficio. Y que con cada día que pasa, la situación se agrava. Es urgente que se actúe con una visión completa y no parcial del panorama social y se tomen las medidas requeridas para remediar el brutal daño social que el país está sufriendo”.

Pero no son los empresarios los únicos que están cuestionando la prolongación de este aislamiento. Los científicos también han comenzado a hacerlo. John P.A. Ioannidis, eminente científico de la Universidad de Stanford, aseguró en reciente columna en The Sunday Times: “La ciencia se está volviendo clara: las cuarentenas no son la medicina correcta”.

Asegura el epidemiólogo en su escrito que “el Covid-19 es mucho más común de lo que se suponía. La gran mayoría de los infectados tienen síntomas leves. Los investigadores hicieron pruebas para detectar contagios en poblaciones generales y concluyeron que la cantidad de infectados es muchas veces mayor que la contada por las estadísticas oficiales”. Y añade: “La evidencia muestra que el Covid-19 es mucho menos letal de lo que se temía. Una vez que se corrige la gran cantidad de casos no detectados, tiene una tasa de mortalidad comparable a la de una temporada de gripe severa”.

Concluye el especialista “dado que el riesgo de morir por Covid es bajo, los políticos deben informar al público que nuestros peores temores pasaron. Por ello, una cuarentena no es una respuesta adecuada, dado su profundo efecto: desempleo masivo y aumentos en violencia doméstica, enfermedades mentales y abuso infantil”.

Es claro que a los gobiernos les tocó actuar a las carreras y prácticamente a ciegas, porque se tenía muy poca información sobre el virus cuando nos cayó encima, y encontraron, por aquello de es mejor prevenir que curar, que lo prudente era confinar a todo el mundo.

En nuestro caso, la medida sirvió para aplanar la curva del crecimiento del virus porque a estas alturas tenemos muchos menos infectados y muertos que lo que indicaban las proyecciones.

Pero puede que no solo sea por eso. Un reconocido infectólogo de la ciudad dice que el factor clima, como señaló Sardi, incide en la transmisión del virus. Explica este médico que el Covid y todas las gripas fluyen mucho mejor cuando el clima es frío y la humedad relativa es baja, como ocurre en el hemisferio norte en el invierno. Pero en climas cálidos con humedad relativa alta como los nuestros, el virus no tiene la misma fortaleza.

Como no soy especialista en la materia no me atrevo a avalar estas hipótesis. Pero sí me parece un punto de vista interesante, luego de casi dos meses de confinamiento cuando muchos comerciantes, incluidos los vendedores ambulantes, ya reanudaron sus actividades porque, como ellos dicen, prefieren morir de Covid que de hambre.

A lo mejor, entonces es el momento de que el gobierno se dedique a hacer pedagogía sobre las medidas de prevención que se deben adoptar para prevenir el contagio sin estar encerrado: el uso del tapabocas, evitar aglomeraciones, guardar una distancia de dos metros, lavarse las manos varias veces al día, etc.

El científico Giuseppe Remuzzi dice que el Covid no desaparecerá cuando se descubra una vacuna, sino porque irá perdiendo su ímpetu, como al parecer ya está pasando. Pero eso va a tomar tiempo. ¿No será hora de que dejemos de escondernos del virus y aprendamos a convivir con él?

Sigue en Twitter @dimartillo

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