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Chao, Unasur

Aplaudo con entusiasmo el anuncio del presidente electo Iván Duque de que uno de sus primeros actos de gobierno será retirar al país de ese esperpento llamado Unasur.

12 de julio de 2018 Por: Diego Martínez Lloreda

Aplaudo con entusiasmo el anuncio del presidente electo Iván Duque de que uno de sus primeros actos de gobierno será retirar al país de ese esperpento llamado Unasur.

Ese cuasiorganismo multilateral fue creado por Hugo Chávez cuando el líder venezolano soñaba convertir a su país en una superpotencia latinoamericana. La idea es que sirviera como plataforma para exportar la revolución bolivariana a todo el continente.

Ese sueño, como bien se sabe, terminó convirtiéndose en pesadilla porque Venezuela no solo nunca llegó a convertirse en superpotencia, sino que, al contrario, devino en un Estado fallido que se debate en una profunda crisis económica, social y política.

Unasur es un fracaso más de la revolución bolivariana. Su razón de ser, además de hacerle contrapeso al ‘imperialismo yanqui’, era servir de calanchín a las intenciones expansionistas de Chávez, tal como ocurrió con el Alba. La diferencia es que mientras Unasur es un esperpento político, el Alba es un esperpento económico.

Para la creación de Unasur, Chávez contó con la complicidad de personajes tan funestos como Lula, los Kirchner, Correa, Evo Morales y Ernesto Samper. La mayoría de ellos apoyó ese embeleco por razones económicas -la chequera entonces abultada de Chávez recompensaba con generosidad esos respaldos- y unos pocos lo hicieron por incomodar a Washington.

Entre estos últimos se cuenta Samper, quien no le perdona al gobierno estadounidense que le quitara la visa, luego de que se conociera el apoyo del Cartel de Cali a la campaña presidencial samperista. En venganza a esa drástica sanción, Samper resolvió ponerse la chaqueta de progresista que le cae a la medida a quien, con cualquier intención, quiere darle palo a todo cuanto la potencia norteamericana decide o propone.

Pero luego del hundimiento de las intenciones expansionistas del chavismo, el objetivo de Unasur cambió. Y entonces se dedicó a tratar de limpiar en el exterior las atrocidades que el chavismo comete al interior del país. Para lo que tampoco ha servido ese remedo de organismo, porque todo el mundo tiene claro que el gobierno de Nicolás Maduro es una dictadura atroz.

Entonces, hace muy bien Iván Duque no solo al retirarse de Unasur, sino en poner distancia con el gobierno de Maduro, de entrada.

Duque no puede hacer lo que hizo Juan Manuel Santos, quien por cálculos políticos se hizo el de la vista gorda por años frente a lo que pasaba en Venezuela y de un día para otro se percató de las ambiciones dictatoriales de Maduro.

Mejor dicho, Santos usó a Maduro para su propósito de firmar la paz con las Farc, aprovechando la cercanía existente entre el presidente venezolano y la guerrilla colombiana, y cuando no lo necesitó más, le volteó la espalda. Típico ‘modus operandi’ santista.

De seguro, la decisión del Mandatario entrante de Colombia le generará complicaciones al país, pero hay principios que están por encima de cualquier interés. Y un principio básico de cualquier demócrata es no transigir con los dictadores.

Lo mínimo que uno le puede pedir a un gobernante que arranca su mandato es que, desde un principio, defina muy bien quiénes son sus amigos y quiénes, sus enemigos.

Por ello, pondero la claridad con la que Duque está actuando en este caso.

Sigue en Twitter @dimartillo

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