De extremo a extremo

De las olas intensas de calor que pusieron a sufrir a los colombianos, obligaron a racionar el agua en algunas zonas del país y por las que se castigó a quienes superaran el consumo promedio de energía, ahora se pasa a la angustia por los estragos que ocasionan los aguaceros. La temporada de lluvias apenas comienza, pero desde ya se anuncia la llegada de una Niña intensa antes de finalizar el año. Prepararse es el mandato para gobernantes, entidades de prevención del riesgo y ciudadanos.

Esta semana el nivel del río Cauca, a su paso por Cali, creció tres metros en menos de 24 horas. Ayer se hundió un andén en el barrio Menga, al norte de la capital del Valle, afectando las tuberías de acueducto y gas, mientras el río Pance fue declarado en alerta roja por el peligro que representa para los bañistas el aumento de su caudal.

En diez días que van del mes de mayo, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios local ha atendido 75 emergencias por caídas de árboles o postes de energía, derrumbes y deslizamientos de tierra causados por las lluvias. Además, son cinco los municipios del Valle, incluido Cali, que están en alerta roja y otros 32 se encuentran en alerta naranja, siendo Ginebra y La Victoria los más afectados.

Frente a ese panorama y a lo que se prevé puede suceder en lo que resta del año, incluido un 80% de probabilidades de que el fenómeno climático de La Niña llegue con fuerza entre octubre y noviembre próximos, es necesario encender las alarmas.

El Departamento y el suroccidente del país ya conocen bien lo que sucede cuando no se toman las medidas correspondientes para evitar las emergencias y las tragedias. Avalanchas de tierra, carreteras primarias y terciarias colapsadas, comunidades aisladas e incluso pérdidas de vidas que enlutan a las comunidades son algunas de las consecuencias.

Muchas de esas situaciones podrían evitarse si con anticipación se tomaran las decisiones correctas, se invirtieran los recursos necesarios y se impusiera el orden para evitar el desarrollo de asentamientos en sectores de alto riesgo. Existen los mapas de alertas tempranas pero de poco vale tener el conocimiento si no se actúa con tiempo.

Con el invierno ya encima, ahora corresponde activar las rutas de atención a las poblaciones con mayor vulnerabilidad, una responsabilidad que les corresponde en primer lugar a las autoridades municipales y del orden territorial, así como a los ciudadanos que son los llamados a mantenerse atentos frente a los cambios del clima y a sus posibles impactos.

Como lo ha vivido Colombia en los años recientes, los eventos naturales que afectan el clima se volverán más frecuentes y más intensos. Los fenómenos de El Niño y de La Niña son los ejemplos más cercanos, que han llevado a la Nación desde hace una década a pasar de meses de calor extremo y sequías, a padecer los estragos provocados por las lluvias, que destruyen poblaciones y cobran vidas.