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Benjamin Barney Caldas

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La ciudad de Aristóteles

Se necesitarían menores desplazamientos diarios, menor consumo de energía, y más interacción social en el espacio urbano público, cuidando mucho más el medio ambiente y sus paisajes...

23 de mayo de 2024 Por: Benjamin Barney Caldas

Recuerda John Sellars (Lecciones de Aristóteles, 2023) que hace 25 siglos El Estagirita pensaba que los seres humanos forman hogares y familias que se unen, puesto que lo natural en ellos es cohabitar, formando pueblos que a su vez forman ciudades lo suficientemente grandes como para producir cultura: arte, teatro, educación, filosofía, permitiéndoles no apenas sobrevivir, sino vivir una vida rica e interesante, una vida buena; pero lo suficientemente pequeñas para que todos en ella puedan participar en su funcionamiento; (pp. 78 a 80 y 83). De ahí la pertinencia de consolidar las “ciudades dentro de la ciudad” que han surgido espontáneamente en las ciudades demasiado grandes.

Estas ciudades dentro de la ciudad, junto con las otras que existan en el área metropolitana respectiva, serían a base de supermanzanas de solo tránsito local, vinculando cuatro manzanas existentes, y con subcentralidades peatonales (vivienda, trabajo, comercio, estudio, recreación y gobierno) a las que se pueda llegar en bicicleta o caminando. Se necesitarían menores desplazamientos diarios, menor consumo de energía, y más interacción social en el espacio urbano público, cuidando mucho más el medio ambiente y sus paisajes, y valorando lo lúdico de la vida urbana de todos los hogares y familias que comparten su ciudad, como lo pensaba acertadamente Aristóteles.

Al respecto indica John Sellars que: “La clave es evitar que el conflicto entre las clases se polarice y que un sector de la sociedad se sienta víctima del otro [por lo que el] organismo de la ciudad Estado necesita que todas sus partes trabajen por el bien común, no que luchen entre sí”. Ya lo había dicho Aristóteles: “No es justo ni conveniente que una persona gobierne sobre todas las demás” (pp. 86 y 87), precisamente “el gobierno de un solo hombre” iniciado en Occidente por los romanos, comenzando por Julio César, tema del que trata el libro de Mary Beard, Emperador de Roma. Gobernar el Imperio Romano, 2023, y que ya en el Siglo XXI amenaza a las democracias.

Serían ciudades dentro y fuera de la ciudad acomodas bien a su clima y sus paisajes, con edificaciones regenerativas, sostenibles, ecoeficientes y poco contaminantes, conscientes de que su transporte público y privado, comienza con los peatones apenas cierran la puerta de su vivienda, y, por lo tanto, una buena ciudad debe ser concentrada y con buenos andenes y muchos parques, y sin edificios innecesariamente altos. Y contar con un sistema integrado de transporte colectivo que involucre trenes de cercanías que la conecten con las ciudades y poblaciones vecinas, más un metro, buses, taxis y carros, motos y bicicletas de alquiler que faciliten la movilización en ellas y entre ellas.

Silenciosas, bellas, alegres, significativas y estimulantes. Una buena ciudad es ahora indispensable para esa buena vida de que habla Aristóteles, incluso para la vida misma, pues sin ellas no caben en el planeta sus más de 8.000 millones de habitantes a 2024. Tenerla se volvió prioritario, y por eso la gente se autoexilia buscándola cuando no puede mejorar la propia. Pero si partir es morir un poco, quedarse no puede ser vivir apenas. Solo tenemos la vida que tenemos y la ciudad en la que vivimos, y por eso es importante conocer buenas ciudades, para que al regreso podamos mejorar nuestra ciudad y nuestra vida, o al menos vivir en el intento escribiendo semanalmente al respecto.

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