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Nomadland

Los looser, los perdedores sin remedio, a quienes la máquina desaforada del capitalismo americano ha exprimido hasta las heces antes de arrojarlos a sus márgenes.

29 de abril de 2021 Por: Carlos Jiménez

Hollywood se ha echado de nuevo a la carretera. Como lo ha hecho tantas veces con las road movies, ese género cinematográfico tan suyo, que ha producido obras tan legendarias como Easy Rider de Dennis Hopper o Corazón salvaje de David Lynch, y que alimenta la identificación ilusoria entre el viaje sin fin y la plena libertad individual.
Y como lo hace ahora premiando con un Óscar Nomadland, la película de la directora Chloé Zhao protagonizada por Frances McDormand, que recibió otro por su actuación. Sólo que esta vez no se trata de una apología de quienes por propia voluntad se echan a la carretera para romper con las normas y las obligaciones sociales sino de un canto a la solidaridad que se da entre aquellos que todo lo han perdido, menos su humanidad.

Los looser, los perdedores sin remedio, a quienes la máquina desaforada del capitalismo americano ha exprimido hasta las heces antes de arrojarlos a sus márgenes. A esa no man’s land que son las carreteras y los desolados parkings desperdigados a lo largo y ancho de ese enorme país.

Como es el caso de Fren, la mujer madura interpretada por Frances McDormand, que pierde su empleo después de perder a su marido y no le queda más remedio que comprar una furgoneta, convertirla en su vehículo y en su vivienda, y emprender una viaje muy largo y de incierta recompensa.

El viaje en el que irá descubriendo por sí misma la cara de su país que no suele aparecer en la televisión ni en la prensa y que está habitado por gente como ella, que sobrevive como puede al margen del sistema y a la que va uniendo una red de solidaridad dictada tanto por la necesidad como por los afectos.

Comparte entonces la suerte de los que no han tenido suerte y que sin embargo demuestran una generosidad con sus semejantes que resulta tan imposible como impensable por todos aquellos cuyo corazón ha helado “el frío cálculo mercantil”, que diría Karl Marx.

Esta celebración de la solidaridad entre los desposeídos es un mentís del individualismo radical cultivado por Christopher Johnson McCan dles, el protagonista de la película de Sean Penn Hacia rutas salvajes que, instigado por Thoreau y Tolstoy, abandona su cómoda vida de recién graduado para vagabundear en solitario por el Oeste sin más atadura que su libre albedrío. Termina en un parque natural de Alaska, tan solo que no hay nadie a quien pedir ayuda cuando la suma de sus desaciertos lo condena a morir de hambre.

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