SALUD MENTAL

Mesura

Difundir información pobremente sustentada sobre la supuesta ineficacia de las vacunas genera caos.

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24 de abr de 2021, 11:00 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 06:58 a. m.

En los momentos actuales, cuando el tercer pico de la pandemia ya inició su curso amenazante, cuando hay noticias desalentadoras con relación a la cobertura que puede brindar cada una de las vacunas y cuando mucha gente se resiste a vacunarse, es cuando los diversos informantes de esta conflictiva situación médica deben abstenerse de saltar a conclusiones precipitadas. Esto incluye a comunicadores sociales, personal de salud y población general, y en especial, a aquellos aficionados a difundir noticias sin confirmación. Pues lo único que logran es alimentar oportunistas de mala fe que hacen mucho daño.

Hoy es de conocimiento general que “la mejor vacuna es la que esté disponible”. También se sabe que ninguna vacuna produce inmunidad contra el virus. Lo que genera es una protección que le da una cierta seguridad a quien esté vacunado (con cualquiera de las vacunas) que será protegido de adquirir una enfermedad de consecuencias serias, de ser hospitalizado o de morir. En otras palabras, como la vacuna no produce inmunidad, la persona se puede contagiar, pero muy probablemente no se va a enfermar gravemente.

Es un error difundir información mal documentada que genera incertidumbre. Como por ejemplo cuando se les dice a quienes ya se aplicaron una o dos dosis de determinada vacuna, que un informe (X o Y) indica que determinada vacuna no ofrece mayor protección. O que la aplicación de alguna vacuna resultó letal para una persona de avanzada edad. O que los efectos secundarios amenazantes en ciertas poblaciones son muy graves, etcétera.

Es además temerario crear alarma con informaciones que se presentan como la supuesta última verdad fuera de la cual no hay salvación, pero que carecen de bases sólidas y que en el mejor de los casos son apenas el producto del análisis parcial del desempeño de vacunas que incluyen solamente unos pocos miles de casos.

Las verdaderas conclusiones definitivas deberán esperar hasta que se haya recolectado y analizado juiciosa y globalmente la información de muchos millones de personas vacunadas. Ese proceso tomará mucho tiempo. Solo entonces, y con esa información debidamente procesada, se podrá ilustrar al mundo con autoridad sobre la verdadera protección que confieren las diferentes vacunas.

En consecuencia, y por ahora, hay que esperar con paciencia a que los expertos aclaren cuando puedan hacerlo certeramente, el preciso grado de protección recibida por las diferentes vacunas.

En el entretanto, todas las conclusiones negativas, sobre la eficacia de las vacunas que aparecen en las redes y en los medios de comunicación, algunas bien intencionadas, deben considerarse parciales e incompletas y generadoras de intranquilidad, confusión y caos.

Un mensaje constructivo que invite a la prudencia sería:
*No prestar atención, ni reenviar “primicias informativas”, “noticias llamativas” o “chivas sorprendentes”, pues con seguridad carecen de valor y lo único que logran es aumentar la incertidumbre.
*Mantenerse informado solo utilizando fuentes confiables.
*Recibir la vacuna que se está ofreciendo ya que es la mejor opción dentro de las circunstancias actuales.

*Y seguirse cuidando como antes de la vacunación.

Carlos E. Climent es médico de la Universidad del Valle y psiquiatra de la Universidad de Harvard. Durante30 años trabajó en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Valle, y durante 20 se desempeñó como miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud.

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