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El narcisismo

Al narcisista es más fácil desenmascararlo si se conocen los criterios diagnósticos

12 de noviembre de 2022 Por: Carlos E. Climent

La convivencia cotidiana con un narcisista es una tragedia que generalmente se vive en silencio. El narcisista se convierte en una fuente inagotable de conflicto en la vida y se arrastra a lo largo de los años por la enorme dificultad para identificar sus características, las cuales logra ocultar con gran maestría. No es común entender, en toda su dimensión, las consecuencias de una relación cercana con un narcisista sino después de muchos años de convivencia y sufrimiento.

El narcisismo es un trastorno de la personalidad y uno de los más destructivos tiranos del alma. Aplica a ambos sexos y se confirma cuando el individuo tiene varias de las siguientes características:

*Grandiosidad y necesidad marcada de ser el centro de atención.

*Sus relaciones interpersonales están caracterizadas por egoísmo, egocentrismo, frialdad y superficialidad.

*Elige sus amistades y su pareja por el beneficio que le representan, pero con ellos tiende a ser despectivo y arrogante.

*Es incapaz de querer de verdad y en consecuencia no siente consideración por nadie, ni por el dolor de los demás.

*Limita, domina y somete a quienes tiene a su alrededor.

*Reacciona con sorpresa y no pocas veces con violencia, ante la crítica o el rechazo y no admite confrontación alguna.

*Con frecuencia muestra conductas ventajistas o explotadoras. *Puede lucir muy detallista en una circunstancia determinada, y en otra, sin el menor remordimiento, actuar de forma totalmente despiadada.

*Es inflexible, subestima a los demás, y no le reconoce méritos a nadie.

*Con frecuencia se cree con derecho a las cosas sin merecérselas (atenido) y no vacila en manipular a quien le rodea.

No se hace el diagnóstico de un trastorno narcisista de la personalidad a menos que coexistan varios de los rasgos anteriores. Cuando sólo hay unas pocas de estas características y/o no son muy pronunciadas, se habla de rasgos narcisistas en vez de trastorno narcisista de la personalidad. Los rasgos indican una severidad menor del proceso patológico, pero no dejan de ser un inconveniente ya que sus manifestaciones son permanentes.

Las formas benignas de esta condición pueden coexistir, no sin muchas dificultades, con la cotidianidad de la vida familiar, social y de pareja. Las formas más severas o malignas, por la hipocresía y la crueldad extremas, representan un grave obstáculo para la convivencia con otras personas. También es importante considerar que los niños y los cónyuges pasivos son sus víctimas predilectas. La falta de afecto verdadero que supone el haber tenido unos padres narcisistas durante la infancia lleva con muchísima frecuencia a elegir a un narcisista como pareja.

Las características narcisistas, en grados variables de severidad, se hacen evidentes desde la etapa de adulto joven, y no se modifican mayormente a lo largo de toda la vida. Tanto los rasgos como los trastornos de la personalidad tienden a persistir, y así como no hay manera de volver generoso a un tacaño, tampoco es factible lograr que alguien que se considera el centro del universo, pueda tener consideración por los demás.

Sus variadas presentaciones y las razones por las cuales se convive con estos personajes serán motivo de futuras columnas.

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