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El disfraz de la depresión

El 15% de todos los pacientes, que acuden al médico en busca...

6 de diciembre de 2015 Por: Carlos E. Climent

El 15% de todos los pacientes, que acuden al médico en busca de un alivio para dolencias físicas de cualquier naturaleza, sufre de una depresión que se esconde detrás de variadísimos síntomas físicos. Si bien la forma clásica de la depresión incluye signos de tristeza, desánimo, desesperanza, pérdida del interés en las cosas o ideas de muerte, la forma oculta de la depresión se manifiesta con síntomas físicos.Como consecuencia de ese camuflaje la depresión no se identifica, y el paciente recibe un tratamiento para el síntoma específico. En el entretanto la depresión, cual electrón suelto, se va encargando de colapsar las defensas inmunitarias. En otras palabras tratar solamente el síntoma, equivale a cerrar las ventanas de un edificio que se está incendiando para no ver las llamas. La lista de síntomas y condiciones clínicas que ocultan una depresión es interminable pero se destacan:*Las alteraciones en todos los sistemas (cardiovascular, respiratorio, digestivo, endocrino, genito-urinario, entre otros) *El agravamiento de enfermedades preexistentes*La manifestación de condiciones patológicas latentes*La mayor susceptibilidad a muchas dolencias físicas*Los cuadros infecciosos a repetición*El dolor y el cansancio crónicos sin explicación*Y por supuesto la fibromialgia, diagnóstico al que recurre el médico cuando no sabe lo que tiene su paciente. El enfermo, abrumado por los síntomas, busca ayuda y reclama una acción efectiva sobre sus molestias. El médico (que no ha pensado en la depresión como el problema de base) se deja llevar por las quejas que le trae el paciente. Decisión comprensible pues le resultan familiares ya que tienen que ver con su especialidad. Cada síntoma es tratado con celo y seguido por visitas a otros especialistas. Ese paseo por distintos consultorios deja como resultado un paciente cada vez más frustrado, con un montón de medicamentos que lo abruman con sus efectos secundarios y un cuadro clínico que no se modifica. El camuflaje, el inicio gradual, la sutileza de su evolución y la amplia gama de síntomas físicos, impide su identificación y por lo tanto su adecuado tratamiento. La dificultad diagnóstica se agrava por la resistencia inconsciente de enfermos y familiares a aceptar un trastorno mental como causa. El paciente respaldado por su familia prefiere sufrir cualquier problema médico a tener una depresión pues la considera, equivocadamente, una “debilidad del carácter” o una forma de “locura”. El médico también manifiesta su resistencia a aceptar la depresión al restarle importancia o al administrar psicofármacos a dosis inadecuadas. El resultado final es que la gran mayoría de esos pacientes deprimidos no son diagnosticados y no reciben el tratamiento efectivo. La solución para este tipo de errores tanto de parte del médico como de parte del paciente, es documentarse mejor. Sin olvidar que el paciente puede exigir al médico tiempo suficiente para contar su caso. Y el médico tiene la obligación de escucharlo.

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